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Por Tatiana Camps Reyes, Ingeniera Civil, Magister en Biología-Cultural y Experta Hay Mujeres

En mis primeras salidas a la calle post-cuarentena me ha llamado profundamente la atención el menor uso de zapatos con taco por parte de las chilenas. También he visto a algunas periodistas en zapatillas en televisión. Se me viene a la memoria la asunción de Bachelet el 2006, entrando a La Moneda en un impecable traje dos piezas blanco con la banda presidencial cruzada y sus elegantísimos zapatos planos. ¿Por qué hablo de algo en apariencia tan trivial como los zapatos? Porque la decisión de cambiar unos preciosos tacos por unos funcionales zapatos planos puede ser el síntoma de un cambio más profundo. Devela que estamos más ocupadas que preocupadas. Buscamos estar cómodas porque no hay tiempo que perder.

Los zapatos son solo la punta del iceberg, la parte visible, del empoderamiento femenino. Y es que las mujeres estado, durante la crisis del Covid19, más impactadas que los hombres. Organismos como Naciones Unidas han mostrado desde la primera hora distintos planos de sus efectos en violencia doméstica, pérdida de empleo y trabajo no remunerado, por citar solo algunos. Pero hay otro tipo de impacto que me interesa resaltar, el referente al valor que las mujeres hemos aportado para enfrentar una emergencia sin precedentes. De esta forma, desde el punto de vista sanitario, hemos estado cuidando a los enfermos del coronavirus. Aproximadamente el 70% de la fuerza laboral mundial de la salud está compuesto por mujeres,  según la OMS.

Las enfermeras han sido un potente antídoto para tratar este virus. Además de sus cuidados profesionales, han dado un apoyo emocional a los pacientes aislados de sus familias y en situación de vulnerabilidad.Las mujeres también hemos estado ocupadas desarrollando las vacunas. La empresa de biotecnología BioNTech, fundada por Özlem Türeci y su marido, desarrolló la primera vacuna para el Covid19 y, a través de una alianza estratégica de colaboración con Pfizer, lograron obtener la aprobación. Adicionalmente, la vacuna de BioNTech-Pzifer y la de Moderna se basan en una tecnología llamada ARN mensajero, que fue desarrollada por Katalin Karikó, bioquímica húngara residente en Estados Unidos. Lo paradójico es que ella viene intentando hacerlo desde la década de los noventa. En ese momento, nadie entendió su idea, no recibió apoyo y llegó, incluso, a ser despedida de la Universidad de Pennsylvania. Sin embargo, hoy dos de las vacunas ocupan su tecnología. 

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Las mujeres también hemos estado ocupadas en ámbitos más domésticos, pero igualmente fundamentales porque, sin ellos, no se sustenta la vida. Cuidando a nuestras familias y apoyando a nuestros hijos en sus estudios. De acuerdo a un estudio de Comunidad Mujer, mientras el 67% del trabajo no remunerado es realizado por mujeres, el 40% de los hombres dedicaban 0 horas a trabajos domésticos y el 57% dedicaba 0 horas al cuidado de niños durante una semana cualquiera durante la pandemia. También hemos estado alimentando a nuestros vecinos en las más de 345 ollas comunes solidarias que han funcionado durante la crisis. De acuerdo a una investigación elaborada por Vértice Urbano en colaboración con ONU Mujeres, el 68% de las organizaciones solidarias que han operando durante esta crisis son lideradas por mujeres.

Primero nos sacamos el corsé, luego nos pusimos pantalones y hoy nos bajamos de los tacos, todos cambios en apariencia estéticos y superficiales pero indicativos de conquistas de igualdad.No dejemos que los retrocesos en equidad de género, calculados en casi una generación, eviten poner por delante la tenacidad, la capacidad, el coraje y la superación que las mujeres en todo el mundo han desplegado frente a un reto viral sin precedentes.