Tiempos de elecciones...¿A quién creer?¿En quién confiar?

01 Octubre 2013

Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que en esta realidad social en que estamos inmersos, vivimos extremadamente presionados, influidos, forzados y expuestos a una exorbitante campaña publicitaria.

Omar González H... >
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En estos días, pasada ya esa natural euforia que produce la celebración de nuestras fiestas patria y junto con la alegría que produce la llegada de la primavera y el florecer de las plantas, arboles y vegetación en general, como ciudadano común y  corriente, recorriendo algunas calles de su ciudad, cualquiera puede observar el reinicio de esa habitual rutina diaria, en que cada cual se pone en acción de acuerdo a su propio estilo de vida y sus acostumbrados quehaceres, laborales y familiares. 

No obstante si nos detenemos siquiera un instante dentro de este diario vivir, para observar y reflexionar en relación con nuestro entorno físico, nos damos cuenta de inmediato que privativamente estamos envuelto, quiérase o no en un torbellino inevitable, como lo es el ambiente político partidista ante nuevas y eventuales elecciones.  

De esta manera podemos afirmar sin temor a equivocarnos que en esta realidad social en que estamos inmersos, vivimos extremadamente presionados, influidos, forzados y expuestos a una exorbitante campaña publicitaria, la que junto a aquella relacionadas con la enorme cantidad de productos comerciales y de servicios que se ofrecen, a través de letreros escritos, dibujados, panfletos y avisos luminosos, somos también invadido vigorosamente por una descomunal, gigantesca, millonaria y monstruosa cantidad de carteles de orden político partidista que trata por todos los medios de llamar la atención, con distintos tamaños, colorido e imágenes fotográficas en que la mayoría de los casos, muestran a los candidatos con la mejor de sus sonrisas, junto a gestos, palabras y frases que tratan esmeradamente de llamar nuestra atención y convencernos de la infinidad de mensajes explícitos o implícitos que se exponen en estos llamativos carteles, lienzos o en las denominadas palomas en que se expresan frases y palabras alusivas a promesas, ideas o planteamientos que hacen pensar a los ciudadanos de este querido país, en un substancial mejoramiento en su calidad de vida, en el ámbito laboral, educativo y familiar, solo por citar algunos contextos.

En tal sentido y para ser franco, en concordancia con las experiencia que cada ciudadano pueda tener,en  esos proyectos que se exponen a la vista, puede haber sin duda un alto grado de "falsedad", entendiendo por esto una falta a la verdad, o autenticidad  de lo que se promete con lo que realmente se hace, hecho que lamentablemente a través del tiempo muchas veces crea decepción, frustración y desencanto.

Es que esto por lo general siempre ha sido así, promesas que no se cumplen o se cumplen a medias, encubriendo en muchos casos actitudes de hipocresía, fingiendo sentimientos, ideas y opiniones que siendo latentes o manifiestas por la ciudadanía, a poco andar esos mismos políticos se olvidan y las cosas siguen igual o de mal en peor, en situaciones que bien vale la pena citar como los son los temas de la "Vivienda, Educación y Salud", conceptos permanentemente manoseados, pero que nunca han sido subsanados como corresponde. 

La hipocresía se transforma entonces en una simple inconsistencia entre aquello que se defiende o se pretende hacer, con aquello que realmente se hace.

No obstante cabe hacer un breve paréntesis para aclarar que con esto no se pretende inmiscuir a todos los políticos en una misma situación (meterlos a todos en un mismo saco) pues sin duda también hay candidatos no contaminados o no corruptos que son bien intencionados y que por lo tanto pretenden verdaderamente ser consecuentes con lo que prometen.

Pero es tanta la necesidad de lograr poder político, que tal gestión cada día que pasa se ha ido trastocando profundamente en sus fundamentos y valores, cambiando una importantísima gestión que por naturaleza debe ser de servicio público, para convertirse en un cometido de orden personalmente lucrativo e inclusive familiar, por cuanto cada candidato al ser elegido, prontamente querrá que otros amigos, familiares o parientes puedan seguir esa misma senda de aprovechamiento, viendo en el quehacer político una buena instancia para ganar dinero, echando "agua para su propio molino",  olvidando o descuidando aquello sobre lo cual se había comprometido realizar durante su campaña.

A tal grado puede llegar esta hipocresía que entonces, a como dé lugar se pretende ensalzar la grandeza y la bondad, construyendo imágenes de apariencias sobre sí mismos, propagándose como ejemplo y pretendiendo además de glorificar su accionar, aunque sus fines y logros estén tan alejados de la realidad que llegue a constituir en muchos casos en una clara y consistente demagogia, por cuanto un candidato cualquiera, con el fin de obtener el apoyo de la ciudadanía a través del sufragio no trepida en apelar a juicios, emociones y sentimientos, utilizando para su conveniencia y mezquinos intereses las esperanzadas ilusiones de muchos ciudadanos que creen en la posibilidad de vivir un mundo mejor, o como ya se ha dicho procurar el logro en un mejoramiento en su calidad de vida.

 Cabe entonces hacer la pregunta inicial.  

                         ..."Tiempos de elecciones"... ¿a quién creer,  en quien confiar?