Retorno seguro a clases en tiempos de pandemia: ¿es viable?

15 Mayo 2020

Es comprensible y claro el temor de los padres de mandar a sus hijos a clases, dados los diversos obstáculos que enfrentan los colegios –tanto públicos como privados– para cumplir con los protocolos de sanidad exigidos.

Franco Lotito C. >
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Son innumerables las discusiones, propuestas y análisis de diverso tipo que han surgido en estos más de dos meses de crisis sanitaria en relación con el retorno a clases, dando lo mismo, si se trata de alumnos de enseñanza básica, media, e incluso, universitaria, por cuanto, el grave problema sigue siendo el mismo: el gran temor de que los estudiantes puedan contagiarse entre ellos, a sus profesores y, por cierto, a sus padres y abuelos.

Más aún, si tomamos en consideración el explosivo nivel de contagio que se ha producido en la ciudad de Santiago, donde no quedó otra alternativa que decretar estado de cuarentena total para algo más de seis millones de habitantes, una medida de aislamiento que se aplicará a partir del viernes 15 de mayo a 32 comunas del Gran Santiago.

Las razones que esgrimen quienes se oponen al retorno a clases –que inicialmente se había fijado para el 27 de abril y que luego fue postergado para el mes de mayo– es la gran incertidumbre que existe en relación con el resguardo de la salud y el bienestar de los niños, ya que –salvo contados colegios de élite–, son muy pocos los establecimientos educacionales a nivel nacional que reúnen las condiciones mínimas exigidas por la autoridad sanitaria para evitar los contagios por coronavirus, a saber: salas amplias que permitan mantener el distanciamiento social –un metro y medio entre cada alumno–, lavado constante de manos, uso de mascarillas, sanitización regular del establecimiento, dispensadores de alcohol gel, entre otras medidas de protección.

Algunos países europeos y asiáticos están adoptando diversas fórmulas que pudieran favorecer el retorno a clases, tales como la disminución del número de alumnos por curso, horarios de ingreso diferido de estudiantes, separación de los patios, lavado de manos cada dos horas, entre otras. Sin embargo, sucede, que tampoco con estas medidas de seguridad existe certeza total de que los niños y jóvenes no terminen contagiándose.

En Chile se ha planteado, asimismo, la posibilidad de que sean los colegios rurales aquellos que primero vuelvan a clases, sin embargo, estos colegios sólo representan menos del 10% de la matrícula de la población escolar y algunos de ellos tampoco tienen las condiciones mínimas de espacio requeridas.

Es así, que muchos padres, tienen un comprensible y claro temor a mandar a sus hijos a clases, dados los diversos obstáculos que enfrentan los colegios –tanto públicos como privados– para cumplir con los protocolos de sanidad exigidos.

A lo anterior se suma, que son cientos de miles de niños, quienes son transportados por furgones escolares, donde resulta prácticamente imposible respetar la distancia social, a menos que el conductor del furgón haga dos o tres viajes con el objetivo de asegurar dicha distancia.

Igual cosa sucedería con el ingreso diferido de los alumnos en aquellos colegios que tienen 40 o 45 alumnos por curso, en que el profesor de cada asignatura tendría que hacer, a lo menos, dos turnos de clases con el fin de evitar el hacinamiento en las salas, más aún, si hay alumnos con necesidades especiales, que presentan algún tipo de discapacidad, o bien, niños que sufren de trastornos por déficit atencional o de autismo. Es muy fácil advertir, entonces, la serie de dificultades a superar que tendrán los establecimientos educacionales a lo largo y ancho de nuestro país.