#Quedateencasa y la crisis habitacional: algo debe cambiar

07 Julio 2020

El banco central señaló hace un par de meses que la deuda de los hogares chilenos alcanza el 74,9% de sus ingresos en el 2019, y un 40,1% de la deuda está constituida por préstamos bancarios para la vivienda. Hoy es necesario consagrar el derecho a la vivienda.

Giovanna Moreira >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Una de las frases que más hemos leído o escuchado desde que comenzó la pandemia es#quedateencasa, ya que parece ser la medida sanitaria más efectiva, pero la forma en que cada persona, familia o hogar enfrenta la pandemia y sus consecuencias es desigual, dependiendo de las condiciones laborales, económicas, y habitacionales en la que se encuentren.

¿Como pueden enfrentar el quedarse en casa las familias que viven hacinadas? o ¿las que se encuentran en situación de campamento? ¿las que no tienen acceso a servicios básicos como el agua? ¿las personas que arriendan y que hoy no tienen ingresos? o ¿las que no pueden pagar su crédito hipotecario porque han perdido su fuentelaboral?

Esta pandemia nos enrostra las distintas desigualdades que vivimos, y una de estas es el acceso a la vivienda en Chile. Para contextualizar, el banco central señaló hace un par de meses que la deuda de los hogares chilenos alcanza el 74,9% de sus ingresos en el 2019, y un 40,1% de la deuda está constituida por préstamos bancarios para la vivienda. Además en nuestra región un 17,9% de hogares arriendan una vivienda, por otra parte un 17,7% de las viviendas no tienen acceso a servicios básicos, y el 5,3% de los hogares se encuentran con hacinamiento. Así también el aumento de los campamentos es evidente, donde un 60% que llegan a vivir acampamentos es por los altos costos en el arriendo. Por último tenemos un déficit habitacional de unas 25 mil viviendas en la región.

Son claras las desigualdades, y también como en los últimos años hay un sentir en torno a que cada vez aumenta más el precio de las viviendas y se vuelve cada vez más difícil o imposible acceder a ella. La pandemia ha dejado en evidencia que los problemas habitacionales no son exclusivos de las familias más vulnerables o vulneradas del país, sino de gran parte de la población que hoy no puede pagar una vivienda, o aquellas que se ven sumamente endeudadas para tener acceso. Lo que antes parecía un problema particular, de aquel o aquella que lo sufre, hoy se muestran como colectivos e involucran a toda la sociedad.

La desigualdad con la que se han construido las ciudades, la crisis habitacional que se profundiza cada vez más, y los problemas estructurales en torno al acceso a la vivienda nos desafía a conversar sobre el rol social de la vivienda. Hasta el día de hoy la vivienda es considerada un bien de consumo, la constitución consagra el derecho a propiedad, pero no el Derecho a la vivienda. Por lo cual la construcción de ciudades y espacios habitacionales está regido por las leyes del mercado, existiendo casi nula regulación del mercado de suelos, dejándonos en manos de la especulación inmobiliaria.

Debemos abrir una discusión urgente en torno a regular el mercado inmobiliario, y a consagrar el derecho a la vivienda, entendiendo que es un derecho humano, un piso mínimo para que las personas podamos desarrollar nuestros proyectos de vida. Y no que el acceso a este dependa de nuestra capacidad de pago o nivel de endeudamiento.