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Profesores agobiados: el estrés de enseñar en línea
Si en tiempos normales ya era difícil enseñar, hoy, en plena pandemia, ser profesor de colegio es un acto de vocación y servicio heroico que la sociedad debe valorar.
Carolina Lépez >
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Si bien la vocación mueve a los profesores a educar a sus estudiantes, a pesar de la distancia, la carencia de medios tecnológicos y la desmotivación de los niños complican la labor. Reconocen que trabajan más de lo habitual y que se han transformado en un soporte emocional para los menores.
Ver También: Manejar la ansiedad de nuestros hijos en tiempos de confinamiento
En una encuesta publicada recientemente por Elige Educar, demuestra que el 97% de los profesores de colegios considera que se debe asegurar el bienestar de los estudiantes por sobre cualquier otro tema. El 57% afirma que la prioridad es la continuidad del aprendizaje académico y un 29%, el proceso de evaluación. Al momento de regresar al aula, el 72% destaca que uno de los grandes problemas será abordar la inasistencia por miedo al contagio, mientras que el 51% se enfoca en la nivelación escolar para terminar con el año académico.
La solución para muchos colegios y universidades en plena pandemia, fueron las clases en línea. Pero no ha sido una tarea fácil. Profesores migraron en tiempo récord a la modalidad virtual. Expertos llaman a que en ese formato los estudiantes puedan seguir ejerciendo su derecho a la educación sin sumar más ansiedad a la vivencia actual.
En Chile y en muchos otros países, las instituciones educativas pusieron en marcha dispositivos on line para que la catástrofe sanitaria no obstruyera los procesos planificados de enseñanza y aprendizaje. Por la forma en que se implementó este nuevo formato, de la noche a la mañana, sin entrenamiento y a menudo con problemas de conectividad, tiene a muchas y muchos docentes agobiados. La pandemia los está obligando a pensar críticamente cómo realizar sus clases. No sólo deben ser creativos, sino más ágiles en esta nueva forma de enseñar. En un currículum academicista, implica que los procesos de enseñanza y aprendizajes son ajenos al estado afectivo y emocional de profesores y estudiantes. Es inhumano, que muchos establecimientos educacionales no están acogiendo el sentir emocional de sus profesores y muchos de ellos están atravesando momentos de ansiedad y angustia: temor ante la enfermedad, amenazas a la economía familiar, confinamiento y cuidado de otros.
En consecuencia, disminuye la capacidad para resolver una tarea de alta demanda cognitiva y se incrementa la incertidumbre y las dudas ante nuevos desafíos. De esta manera, si bien los esfuerzos iniciales de las escuelas y universidades ante esta pandemia estuvieron en ofrecer soluciones técnicas de enseñanza a distancia, el foco se está desplazando poco a poco al apoyo integral de docentes, familias y estudiantes. Como expresó Stefania Giannini, de Unesco: “este es un llamado urgente a que los sistemas educativos pongan en marcha esfuerzos socioemocionales: empatía y solidaridad”.