Opinión: Aysén es mucho más que bosques y ríos

29 Octubre 2013

Malas decisiones del pasado han producido un vacío importante en temas de sociales de desarrollo y hemos sufrido invariablemente la pérdida de años importantes imbuidos en una gestión que no ha sabido comprender la esencia cultural e histórica de lo que representamos.

Andrés Gillmore >
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Aysén ha sido desde siempre un territorio que desde los inicios de su colonización nunca se le ha dado la prioridad que se merece en políticas de desarrollo por el estado de Chile, forjándose mayormente gracias al esfuerzo de muchos hombres a principios del siglo pasado atraídos por la esperanza de conquista del tan ansiado bien estar, de un sueño abierto a fuerza de puras intenciones, para conseguir un futuro para ellos y sus familias. Esto dió origen a una nueva cultura y una nueva manera de vivir muy diferente al resto del país. “Aysén territorio de inviernos largos y de veranos cortos, “de hombres y mujeres que no tenían nada y lo querían todo”.

A los días de hoy a pesar de los años pasados, poco ha cambiado sustancialmente la manera de ver y de sentir el territorio por los nuevos contingentes que han llegado a radicarse a la región. Las mismas premisas con la cual se dió inicio a la colonización en el siglo pasado, se pueden considerar tan valederas, verdaderas y vigentes como en antaño, sólo que adaptadas a nuestros tiempos. Los nuevos contingentes llegan en la búsqueda de una mejor calidad de vida, reconociendo lo especial del territorio y su importancia vital como reserva de vida a nivel planetario y en eso se ha sustentado la región en los últimos veinte años.

Pocos son los que recorren Aysén y no quedan maravillados por lo que ven, sobre todo por lo que sienten en sus corazones al internarse por nuestros tan especiales parajes, de algo difícil de explicar en simples palabras, que solo se puede entender a cabalidad viviéndolo, resumiéndolo como una mística que seduce y se introduce en el alma de todos aquellos que nos visitan, cambiando definitivamente la manera de ver y de sentir la vida, modificando los parámetros con que hasta ese entonces pensabas estaban vigentes, abriéndonos un mundo diferente. Creando una necesidad que no sabias que tenías, pero que siempre estuvo, solo que no sabias reconocerlo. Aysén reordena las prioridades, refresca las sensaciones y genera un motivo de vida, incorporándote al territorio como parte importante, permitiéndote ser uno más y en eso tan simple pero tan diverso esta el verdadero sentimiento de lo que representa Aysén y su proyección de vida como territorio de excepción.

Para quienes nos interesamos por los temas sociales y de desarrollo, choca la actitud del estado chileno ante la región, que desarrolla políticas de desarrollo poco claras en relación con la región, sin capacidad de entender lo que proyectamos y lo que significa Aysén como icono mundial medio ambiental. Malas decisiones del pasado han producido un vacío importante en temas de sociales de desarrollo y hemos sufrido invariablemente la pérdida de años importantes imbuidos en una gestión que no ha sabido comprender la esencia cultural e histórica de lo que representamos y no duda en sacrificar las comunidades por implantar un modelo que se sustenta en el crecimiento, cuando en verdad lo que necesitamos es desarrollo que es algo muy diferente a crecimiento, generando un importante desbalance de las prioridades y del verdadero camino que debemos seguir para lograr la tan ansiada sustentabilidad.

Aysén es mucho más que salvar bosques, montañas, ríos, glaciares o de ser un producto con el cual podemos lucrar y generar ganancias a como de lugar, sacrificando sin más lo que representa el verdadero punto de inflexión que nos entrega la región. AYSÉN ES UNA FORMA DE HACER, UN ESTILO DE VIDA, UNA FORMA DE PROYECTARSE ANTE LA VIDA Y DE RELACIONARSE CON EL MEDIO AMBIENTE, TANTO ECONOMICO, SOCIAL, CULTURAL, QUE NO PODEMOS DARNOS EL LUJO DE PERDERLO POR MALAS DECISIONES. LA JUSTICIA SOCIAL VA DE LA MANO DE LA JUSTICIA AMBIENTAL. LAS DOS SON PARTES IMPORTANTES DE UN TODO QUE DEBEN RESPETEARSE.

El éxito y la viabilidad de una estrategia de desarrollo coherente, sustentable y con sentido común, se sustenta en que no podemos confundir medios con fines, el crecimiento económico en ningún caso se puede confundir con desarrollo y solo constituye un mecanismo en pos de un objetivo: lograr una estrategia para lograr mejorar el bien estar de los hombres y mujeres que viven en la región, permitiéndonos la expansión de las alternativas de decisión, posibilitando nuestra autonomía económica, social y cultural, de acuerdo con nuestra propia realidad e identidad cultural. No podemos pretender sacrificar nuestras comunidades y sus culturas por el beneficio de otras. El respeto bajo el alero del desarrollo sustentable es primordial en cualquier sociedad que se respete a si misma.

Hoy vivir en Aysén es luchar por mantener un desarrollo consecuente y armónico con el medio ambiente, que permita las comunidades el acceso a un formato con justicia ambiental y social, que los haga factibles y sustentables en el tiempo presente y futuro, permitiendo a las nuevas generaciones cumplir con el legado ancestral heredado de los primeros colonos para mantener el territorio y preservarlo.

Vivir en Aysén es luchar por impedir la llegada de cualquier transnacional que no cumpla con los requisitos exigibles a un país que es miembro de la OCDE y no permitir nos vean como objeto de lucro y moneda de cambio, del cual se debe estrujar para sacarnos nuestra esencia, sin respeto por lo que somos y por lo representamos como cultura, sin importarles nuestros anhelos y la proyección histórica por el cual abogamos como cultura y forma de hacer.

Vivir en Aysén es tener la capacidad de generar conductas y decisiones políticas, ciudadanas y empresariales, que se sustenten en la ética, la moral y las buenas costumbres, sobre todo entendiendo el sentido común en la búsqueda de la consecuencia de la solidaridad humana, defendiendo los valores y la preservación del patrimonio ambiental, histórico, cultural y natural de Aysén.