Buenas conversaciones, buenos futuros
La Televisión: ¿una pérdida del yo interior?
Lo que vemos en la realidad es el consumo gratuito del escándalo, el mal decir y la mentira, en programas que pretenden asumir la opinión del público y que, como televidentes consumimos en forma pasiva.
Ciro Schmidt Andrade >
authenticated user CorresponsalCiertamente la Televisión es un medio de comunicación notable, que entrega información casi al instante, permite vivir los acontecimientos, participar en muchas actividades culturales que antes estaban vedadas para muchos , ya sea por sus costos o por la lejanía de su ejecución, además de ser un medio privilegiado de la entretención.
Sin embargo, allí es donde surgen algunas preguntas sobre la ambigüedad de este medio masivo de información: como medio de presentar los acontecimientos por su estructura tiende a ir acostumbrando a los que los presencian a vivir la rapidez de los sucesos, a entenderlos en forma mediata, a no precisar sus significados y a vivir la avidez de las novedades del momento, como aves curiosas que picotean un espacio y después otro. La acumulación fáctica impide muchas veces la asimilación mental.
Se sostiene que es un medio de entretención y ello es cierto. Sin embargo conviene aclarar qué es entretención y como asume este aspecto del vivir del hombre este medio de comunicación. La entretención es un tiempo de descanso, de distracción de los quehaceres comunes para poder atender a otras realidades que alejen de nuestra mente la premura del diario vivir. Ello requiere, sin embargo, a más de una adecuada dosificación un contenido que asuma este papel.
Lo que vemos en la realidad es el consumo gratuito del escándalo, el mal decir y la mentira, en programas que pretenden asumir la opinión del público y que, como televidentes consumimos en forma pasiva, sin ninguna capacidad crítica al respecto. Ha surgido la profesión de opinólogo que curiosamente debería significar el que “piensa sobre la opinión, la estudia y analiza” y no el que busca sobresalir minusvalorando a los demás y mostrando sus debilidades sin atender a las propias. Además de carecer en la mayoría de los casos de una mínima preparación profesional.
Hace algún tiempo discutía con un joven que, como argumento para afirmar una realidad moral sostenía: “lo dijo la televisión”, incapaz de preguntarse si el hecho de haberlo descubierto en ese medio es suficiente para sostener la validez de algunos comportamientos y normas. La presión social dicta imágenes que la publicidad se encarga de re-afirmar. Algunas encuestan señalan que un sector importante de la sociedad adquiere información y forma sus conceptos morales a partir de la televisión.
Muchas de las teleseries, que pueden ser muy entretenidas, son pobres en sus contenidos y adolecen de distorsiones morales aberrantes. No sostengo con ello que no se puedan ver pero sí que hay que saber frente a qué se está y asumir el rol crítico necesario en el vivir de un ser humano. Y este es tanto más graves cuando a veces son niños los que forman una mentalidad acorde a los valores ( anti valores?) que le son presentados por este medio de comunicación social.
Así perdemos nuestro yo interior, lo vaciamos de contenido profundo, para vivir en la superficialidad, la amoralidad, el consumismo, la novedad del momento, el exitismo y la pobreza interior. Nuestro vivir se sostiene artificialmente pues no asumimos compromisos propios ni tenemos proyectos y definiciones que surjan de nuestra propia reflexión o que hayamos hecho propios a través de un adecuado proceso de discernimiento que lo nos oriente
Comentarios
Muchas gracias por la nota,
Muchas gracias por la nota, con Contenido, que es justamente algo de lo cual carecen hoy en general los medios tradicionales y por sobretodo la TV.
Un fenomeno que se està dando, como sociedad, y cuyo termino HIPERREALIDAD fue acuñado por el filosofo Jean Baudrilard, es que como personas sociales, hoy vemos lo que se alli se proyecta como parte de la vida actual. Internamente lo asimilamos asi, y es sin duda peligroso, ya que además constituye una herramienta de control. Un ejemplo: el alerta de tsunami cuando fue el terremoto de Japón.
Nos hace falta mirarnos un opco el ombligo, mirar hacia el interior, y para a l lado, al vecino, no verlo como enemigo que me quiere dañar, y reconocerlo como el miembro de la comunidad a la que pertenece-mos, pues somos geergarios.