La Televisión: ¿una pérdida del yo interior?

13 Abril 2011

Lo que vemos en la realidad es el consumo gratuito del escándalo, el mal decir y la mentira, en programas que  pretenden asumir  la opinión del público y  que, como televidentes consumimos en  forma pasiva.

Ciro Schmidt Andrade >
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Ciertamente la Televisión es un medio de comunicación notable, que entrega información casi al instante, permite vivir los acontecimientos, participar  en muchas actividades culturales que antes  estaban vedadas para muchos , ya sea por sus costos o por la lejanía de  su ejecución, además de ser un medio privilegiado de la entretención.

Sin embargo, allí es  donde  surgen algunas preguntas sobre la  ambigüedad de este medio masivo de información:  como medio de  presentar los acontecimientos por su estructura tiende a ir  acostumbrando a los que  los presencian a vivir la rapidez de los sucesos, a entenderlos en forma mediata, a no precisar  sus significados y a vivir  la avidez de las novedades  del momento, como aves curiosas que picotean un espacio y después otro.  La acumulación fáctica impide muchas veces  la asimilación mental.

Se sostiene que es un medio de  entretención y ello es cierto. Sin embargo  conviene aclarar qué es entretención y como asume este aspecto del vivir del hombre este medio de comunicación.  La entretención  es un tiempo de  descanso, de distracción de los quehaceres  comunes  para  poder atender a otras realidades que alejen de nuestra mente  la premura del diario vivir.  Ello requiere, sin embargo, a más de una  adecuada dosificación un contenido que asuma  este papel.

Lo que vemos en la realidad  es  el consumo gratuito  del escándalo,  el mal decir  y la mentira, en programas que  pretenden asumir  la opinión del público y  que, como televidentes consumimos en  forma pasiva, sin ninguna capacidad crítica al respecto. Ha surgido  la profesión de opinólogo   que curiosamente debería  significar  el que “piensa sobre la opinión, la  estudia y analiza”  y no el que busca sobresalir  minusvalorando a los demás y  mostrando  sus debilidades sin atender a las propias.   Además de carecer  en la mayoría de los casos  de una mínima preparación profesional.

Hace algún tiempo discutía con un joven que,  como argumento  para  afirmar una realidad moral  sostenía: “lo dijo la televisión”, incapaz de preguntarse si el hecho de haberlo descubierto  en ese medio  es suficiente para sostener la validez de algunos comportamientos y normas. La presión social dicta imágenes que la publicidad se encarga de  re-afirmar.  Algunas encuestan señalan que  un sector importante de la sociedad adquiere información y forma  sus conceptos morales a partir de la televisión.

Muchas de las teleseries, que pueden ser muy entretenidas, son pobres en sus contenidos y adolecen de distorsiones morales aberrantes. No sostengo con ello que no se puedan ver pero  sí que  hay que saber frente a qué se está y asumir el rol crítico necesario en el vivir  de un ser humano.  Y este es tanto más graves cuando a veces son niños  los que  forman una mentalidad acorde a los  valores ( anti valores?)  que le  son presentados por este medio de comunicación social.

Así perdemos  nuestro yo interior, lo vaciamos de contenido profundo, para vivir  en la superficialidad, la amoralidad, el consumismo, la novedad del momento,  el exitismo y la pobreza interior. Nuestro vivir se  sostiene artificialmente pues  no asumimos  compromisos  propios ni tenemos proyectos y definiciones que surjan de nuestra propia reflexión o  que hayamos hecho propios a través de un adecuado  proceso de discernimiento que  lo nos oriente

Comentarios

Imagen de andres

Muchas gracias por la nota,

Muchas gracias por la nota, con Contenido, que es justamente algo de lo cual carecen hoy en general los medios tradicionales y por sobretodo la TV.

Un fenomeno que se està dando, como sociedad, y cuyo termino HIPERREALIDAD fue acuñado por el filosofo Jean Baudrilard, es que como personas sociales, hoy vemos lo que se alli se proyecta como parte de la vida actual. Internamente lo asimilamos asi, y es sin duda peligroso, ya que además constituye una herramienta de control. Un ejemplo: el alerta de tsunami cuando fue el terremoto de Japón.

Nos hace falta mirarnos un opco el ombligo, mirar hacia el interior, y para a l lado, al vecino, no verlo como enemigo que me quiere dañar, y reconocerlo como el miembro de la comunidad a la que pertenece-mos, pues somos geergarios.