La sensación de vacío: un camino hacia la libertad

14 Julio 2020

El vacío tiene un sabor particular y se manifiesta continuamente en nuestras vidas. Son situaciones donde no podemos hacer nada al respecto; como el hecho de estar confinados.


Rafael Salgado >
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Quisiera referirme a un aspecto poco tematizado y nombrado en estos días que a mi juicio me parece muy relevante en estos tiempos, sobre todo porque quizás lo sentimos muy a menudo y sin embargo lo evitamos: la sensación de vacío. El vacío tiene un sabor particular y se manifiesta continuamente en nuestras vidas ya sea por un conflicto, por ejemplo, cuando se corta la luz y estábamos haciendo algo que considerábamos importante, o cuando algo no nos sale como queríamos. Son situaciones donde no podemos hacer nada al respecto como el estar confinados por la pandemia y todo lo que eso conlleva, solo por dar otro ejemplo a la mano. Es como que podemos hacer algo sólo respecto a la relación y actitud en el cómo la vivimos ya que no está en nosotros el poder de cambiar la situación misma. Es como el clima: podemos ver con qué ropa abrigarnos, pero no podemos cambiarlo por nuestra voluntad pues se escapa de nuestro control.

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La sensación de vacío vendría a ser quizás también una parte del clima de nuestras vidas que no podemos saltarnos. Podemos evadirlo, pero aparecerá por ahí tarde o temprano, quizás de improviso, como el Dios griego Pan (de donde viene la palabra “pánico”) quien aparecía imprevistamente en parajes bucólicos, un semidios curiosamente curandero, cazador y misterioso.

Para sanar el vacío curiosamente hay que sostener lo que sentimos por más difícil y temible que sea, y si nos abandonamos confiadamente a nuestra capacidad de tolerarla y darnos cuenta de ella, ya no estaremos solos. Dónde está lo que más tememos está también lo que nos salva decía el Poeta F. Hölderlin. ¿Qué hago si veo al tigre de nuevo en mis sueños? Preguntaba un niño, el padre respondía: “¡Mirarlo a los ojos!” antes de ir a la escuela. Respecto al desarrollo de la psiquis, la experiencia de un niño, algunos psicoterapeutas que estudiaron su comportamiento, como D. Winnicott, señalan que la capacidad de estar solo y exploración de sí mismos son fundamentales. Esto nos permitiría decir que el niño necesita por un lado un continuo de apoyo, y por otro lado el cuidado “suficientemente bueno”, ¿Qué significa esto?

Significa que al mismo tiempo se debe brindar un apoyo seguro, y por otro la libertad y espacio suficiente para conocer y explorarse. Para eso es necesario un cierto grado de frustración y separación suficiente - pero no excesiva - del contacto con el cuidador. El cuidador además de darle satisfacción a necesidades físicas y emocionales, al mismo tiempo debería permitirle estar solo, de ese modo y gracias a cierto grado sano de frustración, el niño puede estar con su soledad y no sentir que ésta puede “devorarlo”. Transitar el vacío es despojarse de todo, sin embargo, para encontrarse con él debemos paradójicamente tener un buen apoyo. ¿Cómo podremos tolerar nuestro vacío? 

Yo lo veo a menudo en las sesiones con mis pacientes en psicoterapia cuando hablamos de los sentimientos negados de una pérdida, la soledad, la ausencia, cuando nos sentimos incapacitados, cuando con coraje el paciente ante mí veo que se arroja en conjunto conmigo a enfrentarse con aquello que precisamente le causa dolor y que le es tan difícil. 

Es necesario para acompañar el sufrimiento tolerar la propia sensación de vacío y soltar el control de tener que hacer siempre algo. Confiar en que el vacío de algún modo no viene a des-integrar nuestro yo, sino más bien a fortalecer la capacidad de dejar el control y relajarnos en lo que está sucediendo y aceptarlo sin juicios. ¡Simple pero no fácil! Necesitamos de métodos que nos ayuden. Si bien esta pandemia mundial nos muestra nuestra dependencia y la vulnerabilidad que nos habita, al mismo tiempo nos abre la posibilidad y necesidad de aprender a estar con nosotros mismos de un modo más libre y sanador.

El sostener y explorar la sensación de vacío, sin sentir que hay que arrancar inmediatamente podría ser un elemento fundamental para tener en cuenta hoy en día. Sin embargo para ello necesitamos de un ambiente especializado para poder tolerar el miedo que generalmente nos produce. Aún más en una sociedad que privilegia el hacer, el producir y el anhelo de adquirir más de la sociedad de consumo.

Una presencia silente y contenedora muchas veces de otro, o de nuestra propia capacidad de sentir y darnos cuenta puede ser suficiente. El psiquiatra Mark Epstein, quien plantea una perspectiva conciliadora entre la psicoterapia y la visión budista: “La noción occidental de la psicoterapia alienta la expectativa de curar el vacío en la creencia que la resolución de los traumas, el fortalecimiento del ego disminuirá nuestros dolores. Desde el budismo nuestro carácter se fortalecerá cuando nos centremos en la insatisfacción, el vacío y el sentimiento de imperfección y aprender el modo de tolerar la NADA”

La visión budista sostiene que el vacío es inmenso y asombroso y no tiene porqué ser nocivo. Epstein señala que cuando comprendemos la vacuidad de nuestros falsos “yoes”, estamos estableciendo contacto con la verdad. Y si podemos relajarnos en ella, acabaremos descubriéndonos desde una nueva perspectiva pero, en ausencia de un método que nos permita contemplar la vacuidad, la mayor parte de nosotros corre el riesgo de verse desbordado por el miedo. En mi camino acompañando a las personas en su sufrimiento, me impresiona lo que pueden soportar más allá de lo que creían ser capaces. Una indicación que invita a la confianza puede ser suficiente, como dice la maestra Zen Joan Halifax: “La mente crea el abismo, el corazón la atraviesa”.