El encierro de los encerrados: la realidad dentro de los centros penitenciarios en tiempos de COVID-19

27 Mayo 2020

La cancelación de talleres y actividades tan importantes para su día a día, ha hecho el encierro de las personas privadas de libertad aún más difícil.

Javiera Lecaros >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

El COVID-19 llegó a privarnos de libertad a todos, eso es indiscutible. Al principio, nos tuvimos que encerrar bajo la premisa solidaria de “aplanar la curva de contagio” para que el sistema de salud no colapsara, pero hoy la cosa se puso difícil y el incentivo es mantenernos a salvo. Así, más o menos voluntariamente, hemos aprendido a vivir y controlar el estrés que nos produce el encierro. Aunque claro; los que podemos, pasamos este encierro en nuestras casas, la mayoría con nuestros seres queridos y con autonomía para decidir nuestras rutinas.

Al mismo tiempo, un grupo de personas vive esta pandemia al interior de Centros Penitenciarios con altos niveles de hacinamiento, donde la principal medida de prevención ha sido la suspensión de visitas, lo que profundiza su angustia debido a que tampoco tienen información sobre lo que está pasando “afuera”. Pero ellos están acostumbrados a esto: cumplen condenas con más de 15 horas de encierro y 3 comidas al día, en espacios reducidos y la gran mayoría sin acceso a servicios básicos dignos. Su normalidad es la incertidumbre, el miedo, el distanciamiento social de la exclusión.

En las cárceles de Chile se han cancelados los talleres, espacios de socialización y acceso a información verificada, actividades que los y las expertas recomiendan para disminuir los efectos nocivos que tiene el virus sobre nuestra salud mental. En las cárceles de Chile la cuarentena se vive con soledad, angustia, nerviosismo por la amenaza constante de la rápida propagación en caso de un contagio.

El encierro de los encerrados es otra expresión más de que la cárcel no está siendo eficiente en su función reparadora. Se supone que la condena a la privación de libertad debe propiciar instancias de (re) inserción social, esas donde las personas desarrollen habilidades que les permiten desenvolverse en la sociedad por la vía lícita, con herramientas que les permitan aprovechar las oportunidades dignas que poco a poco vemos que se van abriendo.