Denuncian al Ejército por despido de homosexual VIH positivo

05 Diciembre 2013

Jonathan Sanhueza es diseñador en comunicación visual y durante casi diez años trabajó en las dependencias del Museo Histórico Militar. Es homosexual, lo que sumado al hecho de haber sido diagnosticado con el virus del VIH, habría gatillado su despido de la institución.

Radio U. de Chile >
authenticated user

El año 2002, Jonathan Sanhueza llegó a trabajar al Museo Histórico Militar, propiedad del Ejército de Chile. El diseñador en comunicación visual tenía entonces 28 años y poco a poco se le fueron asignando más responsabilidades, acordes a una trayectoria celebrada por sus superiores. El año 2004 fue contratado y a su cargo estaban todos trabajos de diseño de los edificios del país bajo el mando del Ejército donde se exhibe el patrimonio del Estado.

Jonathan es homosexual y su jefe directo durante esos años fue el general Orlando Carter Cuadra. “Pese a que estaba muy involucrado en temas de derechos humanos, porque es yerno del Mamo Contreras y estuvo en Tejas Verdes, con él nunca tuve un problema y nunca sentí ningún tipo de maltrato por mi condición sexual”, recuerda.

Sin embargo, “todo eso se vino abajo en 2010, con el cambio de gobierno”, relata Jonathan. El general Alejandro Martínez Barrios asumió el mando del museo y con ello comenzaron las hostilidades.

“El año 2011 comencé a enfermarme. Me salieron unos granos en la cara, yo no sabía qué me pasaba. Fui a un dermatólogo y me pusieron parches en el rostro. Era evidente el estado de salud en el que estaba y empecé a preocuparme. En junio me hice el examen del VIH y me salió positivo. Después de eso empezó el hostigamiento más fuerte. El director del museo me gritaba en los pasillos que qué era lo que me estaba pasando, que se notaba que yo estaba enfermo, empezó a preguntarle a mis compañeros si yo era maricón, si tenía SIDA. Empezó a decirle a la gente dentro del mismo museo que había que llevar a un colorín al edificio porque todas las desgracias que estaban ocurriendo eran por culpa de que había un maricón”, denuncia Jonathan.

En septiembre de ese año sufrió una intoxicación alimenticia, por la cual obtuvo una licencia de 10 días. “Cuando volví al museo me hicieron firmar la hoja de calificaciones, que estaba excelente. A los días me llamó un coronel, me gritoneó y me dijo que tenía que presentarme al otro día en el comando militar. Le pregunté qué quería y ahí me trató muy mal. Al otro día llegué allá y me encerraron en una oficina con tres militares uniformados que me presionaron a firmar mi despido”, relata.

Desde ese momento, Jonathan se encuentra cesante. Su deteriorado estado físico y sicológico le impide conseguir un empleo, por lo que el 20 de octubre recién pasado, luego de reunir pruebas durante dos años, presentó una demanda contra el Consejo de Defensa del Estado y el Comando de Bienestar del Ejército por daño moral y lucro cesante.

¿Cómo fue el proceso de presentación de la demanda?

Empecé a busca abogados que me podían ayudar en esto y muchos no se querían involucrar porque estaba metido el Ejército. Finalmente en la Universidad Diego Portales me hicieron un borrador de la demanda, pero yo no quería demandar, quería llegar a una solución. Quería que me devolvieran mi puesto, volver a mi trabajo. Esa era mi vida, la seguridad que yo podía tener, con la enfermedad en la que estaba. La demanda va más allá del drama económico en la que estoy involucrado, además tengo una pérdida de movilidad de la mano y problemas para hablar. Estoy con mucha tensión sicológica y física.

¿Cuál es el motivo aducido para tu despedido y por qué afirmas que se debió a tu condición sexual y a tu enfermedad?

Cuando volví de la licencia mi hoja de calificaciones estaba excelente. Yo no firmé sumario para mi despido, a mí no se me entregó ningún argumento. Ahora, ¿cuál es mi gran respaldo? Tengo cuatro testigos que eran compañeros del Museo que trabajaban conmigo en ese momento. Y los cuatro me confirmaron que se andaba rumoreando que yo tenía SIDA y que este director andaba hablando tonteras. Lo otro es el tema del VIH, existe la ley 19.779 que le da protección a los diagnosticados con VIH real o supuesto. Ese es un gran argumento para defenderme, solo por el diagnóstico yo ya estoy protegido.

Pese al daño, Jonathan afirma que su intención es conciliar una solución con el Ejército. “No pretendo que esto se alargue mucho, pero si lo hace, pienso llevar el caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos”, anuncia.