Cuerpos ajenos: la costumbre de opinar acerca de otros cuerpos

19 Noviembre 2020

Observar el cuerpo del otro y esperar desde una expectativa social y desde la propia ideología, algo: un ideal, lo esperable socialmente, algo que nos parezca bello.

Fernanda Lopetegui >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

 

En su momento fue el 60-90-60, la estatura mínima exigida para las modelos, el peso o la figura aceptable para la familia de origen, las críticas u “observaciones inocentes” de alguna pareja ocasional o de nuestra pareja estable.

Leer también: "Abrirse de piernas": ¿Qué hay detrás de esta expresión?

Pasar por tabú lo natural del cuerpo. 

Pienso en la cultura nudista y en las contraculturas ¿Cuántas veces has aceptado sin juicios a una mujer sin depilar, tú que eres hombre, tú que eres mujer? ¿Cuántas veces has decidido explorar tus formas, tus sensaciones corporales, la naturalidad de tu cuerpo?

Depilaciones láser y todo tipo de artilugios para debilitar o exterminar el vello corporal en el caso de nosotras las mujeres. La pregunta que a mi parecer podemos hacernos es: ¿Cuántas veces realmente lo hacemos por opción?

¿Cuántas veces un hombre opina sobre el cuerpo de la mujer, la mujer del cuerpo de la mujer, la mujer del cuerpo del hombre, el hombre del cuerpo del hombre? Qué dichosos son los niños que en su desnudez no ven más que desnudez y juego, no ven estereotipos.

Los medios parecieran tener un rol determinante para establecer lo que es deseable, bonito, aceptable. En ocasiones esta situación ha favorecido el desarrollo de trastornos alimentarios, en otros un deteriorado autoconcepto y en todos los casos una desconexión del deseo de los cuerpos, es decir del hecho de preguntarse: ¿Cómo me quiero ver realmente? ¿Cómo lo hago para amarme así, tal cual estoy hoy? No tenemos idea de cómo hacerlo (o nos cuesta mucho) lo observo a diario en mí, en mi círculo, en las personas que acuden a psicoterapia.

Los que anhelamos vivir en una sociedad más amable deberíamos comenzar por cambiar la mirada crítica de lo más tangible y cercano que poseemos, nuestro esqueleto, sus músculos y la piel que nos recubre. No estoy hablando de un olvidarse del cuerpo, sino de generar una conciencia que apunte a lo que realmente importa de este: sus sensaciones, su capacidad de contacto, la posibilidad que nos brinda para expresarnos, movernos, al fin y al cabo existir.

¿Desde cuándo hemos adquirido la costumbre de mirarnos para juzgarnos? De seguro existen razones de supervivencia, motivos biológicos para este tipo de conductas, como puede ser el protegernos al percibir alguna amenaza, o como una forma de lidiar con las propias inseguridades. Pero basta ya de excusarnos, ¿acaso queremos sobrevivir más que vivir.? Me parece que ya estamos muy distanciados de esto, y que afortunadamente otros han dado importantes pasos para adelante, entonces qué vamos a hacer: ¿Nos unimos o seguimos repitiendo una cultura y un discurso enfocados en el culto a la imagen, y peor aún, sentir que podemos definir lo que es mejor para el cuerpo del otro?, porque a mí me parece absurdo, por decir lo menos.

¿Y tú de qué lado estás, te has sentido discriminado por tu físico? ¿Te has pasado de la raya opinando sobre los cuerpos de otros? Tal vez ambas. ¿Nos detenemos a dialogar y ejercer conductas que vayan en coherencia con lo que de verdad tú quieres, para ti, para otros, para todos juntos? ¿Deconstruimos la mirada enjuiciadora y autoritaria sobre el cuerpo del otro, fortaleciendo una comunicación basada en el respeto y la aceptación comenzando por aceptar quienes somos en lo visual, en lo físico? Les dejo la inquietud.

Imagen: Blogspot/Karin Jurick