Cómo superar un fracaso o una derrota personal

02 Septiembre 2020

Algunas personas reaccionan ante un fracaso como si fuera una tragedia de carácter personal, y terminan sintiéndose amargadas. Aquí algunas recomendaciones de expertos para superar estos sentimientos.

Franco Lotito C. >
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De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española (RAE), la palabra “fracaso” se define como el resultado adverso de una cosa, empresa o negocio que se esperaba que resultase bien. En tanto que en la terminología militar, se llama “derrota” a la retirada desordenada de un ejército vencido y, por extensión, a la pérdida del combate que dio origen a dicha derrota.

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En el caso de algunas personas, estas reaccionan ante un fracaso o una derrota como si fuera una tragedia de carácter personal, ante los cual, no saben qué decir o cómo actuar, y terminan, en última instancia, sintiéndose amargadas, emocionalmente afectadas y sin ganas de hablar sobre el tema.

Esta postura, en lugar de ayudar a superar el fracaso –percibido como una “derrota personal”–, lo que hace, es hundir aún más a las personas en un laberinto oscuro, del cual se hace cada vez más difícil escapar, dando lo mismo, si se trata de un negocio fallido, una relación interpersonal fracasada, graves problemas relacionados con aquellos hijos que han perdido el rumbo, etc.

Entonces… ¿qué se sugiere hacer para superar una derrota o un fracaso personal? Aquí dejo algunas recomendaciones de reconocidos psicólogos y economistas como Walter Mischel, Tim Harford, Daniel Goleman, Scott Adams, John Gottman y otros, que han sido estudiadas y probadas de manera exitosa:

1. Hable sin miedo, temor o vergüenza alguna del fracaso o derrota sufrida: esto implica, primero que todo, demostrar que uno es capaz de reconocer el fracaso que se ha sufrido y, en segundo lugar –y no menos importante–, la persona comienza a reflexionar acerca de las razones que condujeron al fracaso o derrota, con una única finalidad: identificar y comprender las causas de lo acontecido para evitar su repetición.

2. Acepte la cuota de responsabilidad personal en lo sucedido: lo anterior no significa “auto-acuchillarse” culpándose de todo lo malo que pasó, sino que la persona –luego de identificar las etapas del suceso, proceso o evento que salió mal–, entiende que el control y las claves de un futuro nuevo intento continúan estando en las propias manos, especialmente, acerca de cómo se van a desarrollar las cosas de ahora en adelante. Lo anterior, implica, justamente, evitar cometer los mismos errores, con la finalidad de no pasar a engrosar las estadísticas en relación con el dicho que señala, que “el hombre, es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”.

3. No convierta la derrota –o el fracaso– en algo personal: es absolutamente necesario hacer una separación entre el fracaso y la identidad personal, por cuanto, no por el hecho de que la persona no haya encontrado aún el camino hacia la superación de los obstáculos que impidieron coronar con éxito la meta u objetivo que el sujeto se había propuesto, o bien, de sobreponerse a aquellas dificultades que condujeron al fracaso, entonces deba considerarse a sí mismo como “un sujeto fracasado” o una “persona buena para nada”.

4. Aprenda del fracaso y comparta las enseñanzas extraídas de la experiencia: es imprescindible que la persona no se quede “pegada” en el pasado y en el error –o errores– que condujeron al fracaso y, al mismo tiempo, nunca debe perder de vista la posibilidad que tiene la persona en sus manos de profundizar, cuestionarse y adquirir un mayor grado de comprensión acerca de qué fue lo que falló y cómo se pueden mejorar los resultados en el futuro, en función de lo cual, la percepción o visión de terceras personas –al compartir las experiencias y enseñanzas con otros– puede representar un tremendo aporte. Por otro lado, una actividad que ayuda mucho a aquellas personas con pensamiento crítico, es poner por escrito todos aquellos elementos y/o factores que condujeron al fracaso, conjuntamente con todas las medidas y/o acciones que se pretenden poner en práctica con miras al futuro, con la expresa finalidad de lograr el éxito en el nuevo objetivo o meta propuesta, de la naturaleza que ésta sea.

5. No se quede “empantanado” demasiado tiempo con el fracaso: el hecho de “obsesionarse” con el fracaso, ello no va a cambiar los resultados obtenidos. Si bien, resulta imposible modificar el pasado, lo que sí se puede hacer, es aprender de él para efectos de cambiar los resultados futuros. Por lo tanto, entre más veloz sea la persona en dar vuelta la página y comenzar a dar pasos positivos y optimistas con el fin de emprender un nuevo rumbo, más rápido será posible dejar atrás las ideas y pensamientos invasivos que amargan, frustran y obstaculizan a las personas, como si dichos pensamientos obsesivos fueran una pesada ancla alrededor del cuello que hunde cada vez más al sujeto.

6. No es necesario –ni es tampoco obligación– depender de la aprobación de los demás: a menudo, el “miedo al fracaso” tiene su origen en el temor a ser juzgados, así como también en el hecho de pensar en la posibilidad de perder la estima y el respeto de los demás. Lo cierto, es que esa idea carece de fundamento, ya que cuando se han hecho los mejores esfuerzos por sacar adelante una relación de pareja, una familia, la crianza de un hijo, una idea o un nuevo emprendimiento –respetando los principios, normas y valores que rigen la conducta humana–, siendo cuidadoso con los demás y comportándose de manera ética, no existe razón alguna para que la persona pierda la estima y el aprecio por parte de la gente que lo rodea, ya sea que hablemos de amigos, conocidos o familiares.

7. Hay que partir pensando que emprender el sendero del éxito, es aceptar que siempre existe el riesgo del fracaso: el economista Tim Harford asegura en uno de sus libros que el “éxito comienza con un fracaso”, por lo tanto, pretender buscar el éxito a toda costa y con gran avidez, al mismo tiempo que enfocar a la derrota con miedo y temor, no sirve de absolutamente nada. Lo primordial, es ir preparando el terreno paso a paso, de manera tal, de facilitar –y abonar– el camino en pos del éxito. Lo anterior, motiva e impulsa a la persona a adoptar de manera progresiva el “modo operativo” necesario que le permita al sujeto entregar lo mejor de sí mismo, sin tener que correr el riesgo de perder su auto- motivación, su fuerza de voluntad y su autoestima.

Finalmente, en torno a todo lo planteado aquí acerca del fracaso y de los errores que cometen las personas, recordemos una famosa frase del científico y ganador del Premio Nobel de Física, Albert Einstein, quién definía a la “locura” como el “acto de hacer lo mismo, una y otra vez, esperando obtener resultados diferentes”. Evitemos entonces, caer en esa trampa, y si por circunstancias de la vida hemos fracasado en algo, que no nos pillen cometiendo los mismos errores.