Vacunación en tiempos de pandemia

El proceso histórico que está vivenciando la salud en el contexto actual de la pandemia generado por el COVID 19, ha traído consigo retos importantes para la salud pública y en especial para las y los profesionales de salud, quienes desde diferentes ámbitos están entregando lo mejor de sí para contribuir a aminorar sus nefastas consecuencias.

En la actualidad uno de los retos principales está representado por el proceso de vacunación, que ha ameritado una inversión económica importante para el país, además de la necesidad de instaurar la logística pertinente que permita realizar, en condiciones óptimas, la distribución y suministro de las mismas, aspecto en los que se destaca la labor realizada por las profesionales y técnicos en enfermería, como parte de su responsabilidad en el contexto de la gestión del cuidado.

Es de recordar que existe un plan de vacunación progresivo, partiendo por las/os profesionales de salud de áreas críticas, para posteriormente empezar con poblaciones vulnerables como lo son las personas mayores institucionalizadas, hasta llegar al final a la comunidad general.

Como todo proceso sanitario, y pese a los esfuerzos, se verán resultados en los próximos meses, siendo imperante mantener las medidas estándares de prevención: mascarilla, lavado de manos y distanciamiento social, aspectos que quizás nos acompañen por mucho más tiempo y hagan parte de nuestra cotidianeidad, si tenemos presente que son medidas pertinentes para evitar infecciones recurrentes como lo ha sido, por ejemplo, la influenza estacional.

Otro de los retos que vale la pena destacar en este escenario guarda relación con los aspectos éticos, ya que ha conllevado como mencioné anteriormente, a establecer grupos prioritarios, por tanto, a forjar criterios para tal fin; se ha mencionado, además, si la vacunación debe ser obligatoria o voluntaria, trayendo consigo la disyuntiva entre el respeto por la autonomía, o asumir posturas éticas de tipo utilitarista desde las que se considera el bien común. Para las universidades es fundamental el trabajo académico que conlleve a reflexionar en forma argumentada sobre estos aspectos, y que contribuyan a posicionar los mismos, con el fin de lograr que las personas encargadas de liderar estos procesos, lo hagan desde una perspectiva y fundamentación ética.

Cabe mencionar que pese a las aprehensiones que pueda generar el emplear una vacuna de aparición reciente, ésta representa un foco de esperanza para el control de la pandemia, más aún, teniendo en cuenta en primer lugar, la inefectividad de las políticas públicas instauradas, que demuestran centralismo y verticalidad ante la ausencia de participación de los gremios profesionales, molestias que han sido formalizadas ante el Ministerio de Salud por agremiaciones como el Colegio de Enfermeras y la Federación Nacional de Asociaciones de Enfermeras y Enfermeros de Chile -FENASENF-; y en segundo lugar, el fracaso de los llamados al autocuidado por parte de la población en general.

Este último aspecto debe ser una invitación a reflexionar sobre nuestras conductas y la necesidad de considerar el autocuidado como una corresponsabilidad, ya que implica garantías estatales, pero también actitudes individuales, que aportan a nuestro bienestar individual, pero que generan impactos en el bienestar colectivo, situación que aplica no sólo en el contexto de esta pandemia, sino también en otras condiciones de salud, como por ejemplo las condiciones crónicas en la diabetes e hipertensión, entre otras, que valga la pena mencionar, su abordaje también es prioritario, y genera la esperanza que se logre el despliegue económico y logístico para su abordaje una vez hayamos superado este difícil escenario en el que estamos.

Imagen: Huawei/Agencia Uno