Trastornos mentales en niños: síntomas y señales de enfermedad

12 Noviembre 2020

Los diagnósticos relacionados con desórdenes de tipo mental sólo pueden ser llevados a cabo por profesionales que estén acreditados, de modo de evitar diagnósticos y/o tratamientos de carácter improvisados.

Franco Lotito C. >
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Un trastorno mental corresponde a una alteración de tipo emocional, cognitivo y/o de conducta que puede revestir distinto nivel de gravedad, en relación con el cual, se ven afectados directamente diversos procesos psicológicos básicos, como por ejemplo, la cognición, la conciencia, los afectos y emociones, la conducta, el proceso perceptivo, el aprendizaje, el lenguaje, etcétera.

El concepto “trastorno mental” es más amplio que el de “enfermedad mental” y es aplicado a cualquier alteración genérica de salud mental. La OMS por su parte, señala que un trastorno mental “se caracteriza por una perturbación de la actividad intelectual, el estado de ánimo o del comportamiento que no se ajusta a las creencias y normas culturales” de la sociedad a la que pertenece el sujeto.

Por otro lado, el sociólogo y psicólogo español Arturo Torres, señala que la aparición de una parte importante de los trastornos y desórdenes neurológicos que se dan con más frecuencia en los niños, se presentan durante los primeros años de vida de los menores, en función de lo cual, se hace necesario la identificación de enfermedades de tipo mental, con la finalidad de intervenir lo antes posible y, por esta vía, reducir la posibilidad de que los efectos negativos que acompañan al trastorno, representen una amenaza para el bienestar y la salud del menor.

Lo anterior implica, que si se presentan síntomas y/o señales que llamen la atención de los padres, tutores o maestros del niño(a) se proceda cuanto antes a realizar un reconocimiento médico y psicológico con la finalidad de establecer un diagnóstico certero.

De más está decir, que los diagnósticos relacionados con desórdenes de tipo mental sólo pueden ser llevados a cabo por profesionales que estén acreditados, de modo de evitar diagnósticos y/o tratamientos de carácter improvisados.

Las señales de que estamos frente a un trastorno mental tienen las siguientes características: (a) la aparición de conductas extrañas y/o bizarras es más o menos abrupta y repentina, (b) es coincidente con un evento de tipo traumático, estresante o asociado a algún tipo de lesión física, (c) existe elevada intensidad de la sintomatología, (d) qué tan alejada está la conducta del niño de lo que la cultura a la que pertenece el niño considera como “normal”, (e) las conductas observadas implican una perturbación del bienestar del niño(a), o bien, de alguien de su entorno cercano.

Algunos síntomas a tener muy en cuenta:

1. Cambios bruscos de humor: especialmente si estos cambios ocurren en forma errática y no pueden ser vinculados a situaciones ocurridas en su entorno.

2. Tendencia a provocarse autolesiones: si un menor intenta de forma intencionada producirse heridas en su cuerpo a través del uso de cuchillos cartoneros, trozos de vidrios, o bien, de golpearse la cabeza contra objetos duros con la finalidad de dañarse así mismo, es motivo más que suficiente para consultar con un especialista. 

3. Explosiones de violencia: estallidos de rabia o de ira frecuente y sin control (como resultado de un desajuste neuroquímico en el sistema nervioso que afecta al estado de ánimo del menor).

4. Tendencia a herir –física o emocionalmente– a los demás: hacer bullying, atacar a otros niños, herir, torturar o matar animales debe ser motivo de extrema preocupación, por cuanto, es preciso frenar estas conductas, establecer un programa correctivo y detener este tipo de comportamiento en forma precoz. Muchos de los adultos con características psicopáticas, comenzaron desde temprano a torturar y matar animales, para luego continuar con seres humanos, hacia los cuales no sienten ningún tipo de empatía, ni tampoco remordimiento alguno por el daño causado.

5. Rechazo de la propia apariencia: el hecho de no aceptar el propio cuerpo en edades muy tempranas puede representar un síntoma de enfermedad mental. 

6. Desconexión con la realidad: dado que los niños pequeños tienden a mostrar lo que se llama el “pensamiento mágico” y disfrutan con fantasías y situaciones ficticias, lo importante en estos casos, es determinar, si ese pensamiento mágico va desapareciendo a medida que el cerebro del niño madura, o bien comienza a representar un peligro para el propio bienestar del menor o de las personas de su entorno cercano, especialmente, cuando se presenta el caso de los “amigos imaginarios” que inducen a los niños a cometer actos que van en contra de la integridad física de los demás menores o de los adultos.

7. Clara tendencia al aislamiento: si bien hay niños que por timidez juegan solos, distinto es el caso de menores que se sienten mal con gente cerca y que rechazan la cercanía de otros niños, e incluso de adultos, lo cual, podría ser un indicador de un Trastorno del Espectro Autista (TEA).

8. Graves dificultades de aprendizaje en la escuela: presentar dificultades de esta naturaleza, podría significar trastornos en el niño en la línea de la dislexia, discalculia, disgrafia, etc., o bien, una enfermedad mental más seria. Es preciso tener en cuenta, que los trastornos del desarrollo en la etapa de la infancia pueden marcar la evolución posterior del sujeto, si no se abordan a tiempo.

9. Falta recurrente de motivación: la presencia de una actitud y/o conducta muy pasiva y con clara falta de iniciativa para realizar acciones elementales, puede ser un indicador de enfermedad asociado, por ejemplo, a trastornos de tipo depresivo.

Ahora bien, en relación con todo lo que se ha planteado previamente, es necesario tomar en cuenta, que es algo normal que los niños se sientan mal de vez en cuando, o bien, que presenten conductas que nos pueden parecer algo extrañas o bizarras, en función de lo cual, la clave radica en determinar cuán a menudo –o repetitivas– resultan ser estas conductas, con el objetivo de decidir, si será necesario la consulta con un especialista.