Opinión: La valoración social y personal de la Educación Técnica en Chile

18 Agosto 2013

Con toda la relevancia que ha tomado educación en el debate público en los últimos años, gracias –desde luego– al movimiento estudiantil, la educación técnica profesional sigue siendo un “pariente pobre” del debate educativo.

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¿Se acuerdan cuando cantaba Pancho Puelma a mediados de los 80’s:“Será un ingeniero dice el abuelo, una gran arquitecto sería perfecto… no, no mejor empresario será millonario…”? Esta canción, inspirada en el nacimiento de su hijo y de lo que su mundo más cercano deseaba para su futuro, ya evidenciaba la valorización social que persiste hasta hoy hacia las llamadas carreras universitarias top en Chile. No es necesario decir que en ninguna parte de la canción se hace la mínima mención, ni para bien ni mal, que ser técnico en minería, contador o técnico en metalmecánicapodrían ser también legítimas opciones en la vida.

Con toda la relevancia que ha tomado educación en el debate público en los últimos años, gracias –desde luego– al movimiento estudiantil, aún existen los “parientes pobres” del debate educativo: la educación parvularia, la educación especial, de adultos y, particularmente, la educación técnico-profesional (TP). Esto se debe a la escasa valorización individual, social y económica de las potencialidades de las carreras técnicas.

Parece haber un cierto consenso de la necesidad de fortalecer la educación técnico profesional, tanto a nivel de la enseñanza media, como en la impartida a nivel superior. Cada cierto tiempo se escucha a autoridades políticas, empresariado, académicos, y hasta los propios actores que trabajan en estos liceos e instituciones, entregarle un rol clave para el desarrollo tanto social como de la innovación y producción del país. Sin embargo, nadie termina por ponerle el cascabel al gato y darle el impulso necesita.

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