Opinión: La Ley de pesca, aportes reservados y la comisión de pesca del Senado

16 Marzo 2015

El Congreso hoy se divide en dos grupos de parlamentarios: los que aceptaron financiación de los grupos económicos y los que no; ambos grupos son tan culpables. Los que aceptaron el soborno son culpables por manipular las leyes bajo soborno y los que callaron por dejarlos hacer.

Andrés Gillmore >
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En el año 2012 nadie tenía dudas en el mundo ciudadano relacionado con la pesca artesanal en Aysén, que el gobierno de la Alianza por Chile no cesaría en manipular las leyes y al mismo Congreso para imponer la nueva ley. Era un secreto a voces que el ministro de economía Pablo Longueira había arribado al gobierno con serias intenciones de ir por un cupo presidencial en las próximas elecciones.

La tarea que tenía entre manos el ministro de economía para lograr sus objetivos, era sacar adelante la ley de pesca, ello le permitiría obtener los fondos necesarios para financiar la campaña; la promesa de financiación de la campaña la había obtenido de los grupos económicos, sobre todo de Anacleto Angelini, que soñaba en ese entonces con la ley de pesca que le permitiría apoderarse del mar para él y sus colegas empresarios, si a eso se le podía sumar que Longueira llegase a la Moneda, que mejor.

Con ese gran aliciente arribó Pablo Longueira a la cartera de economía, como él mismo lo dijo “vengo a marcar la diferencia” y si de paso le daba una ayuda a HidroAysén en ese entonces aún mejor; todo siempre estuvo más que claro y a quien representaba el ministro. A su llegada y durante toda su gestión actuó con impetuosidad y empoderamiento en busca de sus objetivos, entendiendo que el Ministerio de Economía era un intermedio más que necesario hacia la presidencia y así lograr la financiación y dar a conocer sus “atributos” a sus financistas; raudamente se puso manos a la obra.

El Movimiento Social por Aysén llegó en el peor momento para el Ministro Longueira; hasta ese entonces había navegado por una mar tranquila se podría decir, que bajo ciertos aspectos y criterios tenía todo bajo control y con viento de popa. Los grupos económicos que representaba en la Moneda, confiaban en sus condiciones y daban la nueva ley de pesca como hecha y con el bonus track de sacar a los pescadores artesanales de alta mar y de las caletas que ocupaban desde siempre para que los salmoneros las ocuparan.

Por eso mismo el gobierno tuvo una posición tan dura, categórica y intransigente con el Movimiento Social desde su inicio. El gobierno se encargó estratégicamente de cambiarle la perspectiva y el perfil al Movimiento Social de Aysén, tanto en los medios como en la opinión pública. Los senadores Patricio Walker (DC) y Antonio Horvath (RN) en ese entonces y Pdte de la comisión de pesca del senado, que en teoría apoyaban el movimiento, no se despegaban de la mesa negociadora por ningún momento, estaban muy preocupados, no hablaban de la Ley y le ponían más énfasis a las necesidades ciudadanas de Aysén, como Zona Franca, impuesto al combustible, consulta ciudadana, salud, educación, sueldos diferenciados regionales, etc. Pero de la ley de pesca nada. El gobierno por otra parte se encargaba cada vez que podía de embolinar la perdiz, sacando de contexto a la mesa social, aduciendo fuera de orden que el Movimiento Social estaba intervenido por Patagonia Sin Represas, lo que nunca fue cierto.

El gobierno entendía perfectamente que la implementación de la ley de pesca dada las circunstancias sociales y el interés nacional e internacional que despertó el Movimiento, se jugaba el todo por el todo en Aysén; el resultado de ser positivo para Aysén estimularía las otras caletas pesqueras de Chile a rebelarse y continuar con el proceso, por eso fue el secreto mejor guardado del gobierno y según mi opinión totalmente confabulados con los senadores ayseninos.

Si la ley se iba al tacho de la basura, con ello se iba toda la perspectiva de negocios de los grupos económicos de derecha y también se verían afectados los intereses de los grupos económicos que apoyaron la concertación, del cual varios senadores y diputados tenían grandes intereses creados en los industriales pesqueros, que les hacían “aportes reservados” a sus campañas. Por otro lado también se iban al tacho las esperanzas que Pablo Longueira pudiese competir por la Moneda y seguir con la dinastía de la Alianza por Chile como relevo natural de la derecha.

Finalmente el gobierno logró intervenir el Movimiento, cortando por lo más fino como siempre sucede en estos casos; poco le costó hacer que el vocero Iván Fuentes abandonara todo por la candidatura a diputado por Aysén por la DC. Con ello lograron dos objetivos, sacar adelante la ley de pesca y de paso destruir el Movimiento Social por Aysén.    

Todos los que entendimos en su momento lo que estaba sucediendo y lo que se jugaba en Aysén ante la ley de pesca, ante el grado importante de intereses creados de los grandes grupos económicos que funcionan como intermediarios ante los grandes holding internacionales, que estaban poniendo millonarias sumas de dinero para imponer una ley tan bestial a rajatabla, que por medio de los “aportes reservados” estaban logrando financiar sus operadores y sus objetivos, con una huella que era imposible de rastrear.

El ex diputado Nelson Ávila hace pocos días atrás rompió su silencio de años en temas importantes y de relevancia, se atrevió a denunciar en forma seria y responsable, que la comisión de pesca del senado habría recibido en ese entonces, 500 millones de pesos de ciertos grupos económicos bajo el formato de “aportes reservados”, para financiar el interés de los mismos senadores y que luego bajos sus propios criterios con el raspado de la olla, manipularan a los líderes estratégicos para que se concretara la nueva ley de pesca.

Con el ejemplo de lo que sucedió con la ley de Pesca y como se logró su aprobación en el Congreso Nacional, nos podemos dar cuenta como los “aportes reservados” no sólo sirven para financiar las campañas y la intención de voto de los parlamentarios, también sirven para realizar operaciones estratégicas. Hecho que ha carcomido el Congreso en sus mismas entrañas y por ende ha hackeado el desarrollo de Chile en total detrimento de los habitantes y su calidad de vida, tanto es así, que hoy el mar no es del Estado de Chile y si de 7 familias.

Los parlamentarios tanto de izquierda como derecha, defienden con uñas y dientes los “aportes reservados”, aduciendo que ellos no saben quienes les depositan y que por lo tanto son libres para actuar y votar en conciencia y de acuerdo con sus propios principios; pero a decir verdad quien les va a creer algo así a esta altura de los acontecimientos.

Lo que ha demostrado el caso Penta entre otras cosas, es que los grupos económicos no depositan dineros por nada a los parlamentarios y no lo hacen con supuestas buenas intenciones altruistas de aportar por el bien de la república, lo hacen sí, por sus intereses propios y que no dudan en ejercer las presiones que sean necesarias en los senadores y diputados a la hora en que estos deben de votar y proponer leyes en el congreso y también muy útil, para tener acceso a información privilegiada de primera mano.

El Congreso hoy se divide en dos grupos de parlamentarios según mi modo de ver y muy personal por lo demás; los que aceptaron financiación de los grupos económicos y los que no; ambos grupos son tan culpables. Los que aceptaron el soborno son culpables por manipular las leyes bajo soborno y los que callaron por dejarlos hacer, que al final es lo mismo.

Es muy poco creíble dado los acontecimientos actuales, tomando en cuenta la burbuja que significa el congreso, que esto haya sido un secreto y no se hubiese sabido en un mundo donde todos saben lo que son y representan.