La industria acuícola y el daño ambiental sistemático en el seno de Reloncaví

07 Septiembre 2020

Existe un largo historial de escapes de salmones y hundimientos de infraestructura que terminan siendo un riesgo inminente a la flora y fauna del ecosistema marino costero del seno del Reloncaví.

Alejandro Retamal >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

En prácticamente dos meses, las aguas del seno de Reloncaví fueron testigo de cuatro eventos con grave daño ambiental. El primero de ellos fue a fines de junio con el colapso de 16 jaulas y escape de 800 mil salmones del centro de cultivo de la empresa Blumar. Los otros se produjeron desde mediados del mes de agosto en adelante: derrame de 5 mil litros de petróleo al mar por el hundimiento de un pontón en el centro de engorda de salmones en el sector Punta Quillaipe, el hundimiento del muelle de carga San José, en la isla Quihua, donde se vertieron al mar más de 300 toneladas con alimento para salmón y, por último, el escape de más de 120 mil peces en un centro de la empresa Salmones Camanchaca en Calbuco.

Lamentablemente éstos no son hechos aislados, existe un largo historial de escapes de salmones y hundimientos de infraestructura de apoyo a la acuicultura que terminan siendo un riesgo inminente a la flora y fauna del ecosistema marino-costero del seno de Reloncaví. Ahora bien, para que eso suceda, no solo hay un problema de permisividad de la normativa y deficiencias en la fiscalización que no es capaz de anticiparse a un desastre ecológico de estas características; sino que también pasa por las empresas acuícolas que sobrepasan los límites de su producción.

Pero, más allá de los eventos antes señalados, la expansión de la industria acuícola en el Reloncaví ha provocado un descalabro ambiental sistemático en su borde costero. Éste se ocasiona desde la proximidad de los centros de cultivo, pasando por la sobrepoblación de salmones en las jaulas de crecimiento, el uso excesivo de antibióticos, deposiciones de los peces y de los alimentos (pellets) que no se alcanzan a ser ingeridos, entre muchos otros. Estas acciones ejercen una fuerte presión ecológica sobre la columna de agua y fondo marino, causando la pérdida de los niveles naturales de oxígeno y que tiene como resultado medios acuáticos anaeróbicos, que alteran la vida de las especies marinas del lugar. Este problema ambiental se profundiza aún más en el seno de Reloncaví debido a la baja renovación de sus aguas, donde los residuos contaminantes de esta industria tienen una mayor permanencia y menor capacidad de limpieza por corrientes marinas.

Si bien toda actividad humana tiene efectos sobre el medio ambiente, también es cierto que algunas generan consecuencias más directas o irreversibles que otras. Es el caso de la industria acuícola, que, debido de sus procesos de producción, ha llegado a tener una intensidad y extensión en el seno de Reloncaví que sobrepasan la capacidad de carga de sus ecosistemas, provocando inconvenientes en el ambiente marino, pero también en las comunidades locales, las que se manifiestan en tensiones y conflictos socioterritoriales por las formas de uso y apropiación del litoral y sus recursos.

En definitiva, desde la instalación de la salmonicultura en esta zona costera ha existido un daño ambiental sostenido, que cuenta con el silencio cómplice del Estado y las autoridades políticas de turno. Este silencio solo se ha visto interrumpido por dos grandes conflictos como son la crisis del virus ISA en 2008 y el mayo chilote de 2016, pero también por eventos ambientales que tienen alguna repercusión en la opinión pública. Como sea el caso, estos conflictos han sido atenuados con la asignación de garantías sanitarias a la industria y, en menor medida, con sanciones económicas e instancias de fortalecimiento ambiental. En este último punto es donde se deben realizar los esfuerzos, incorporando los saberes de las comunidades litorales, así como también el de los expertos y organizaciones afines con la sustentabilidad de medio ambiente marino.

Imagen: Huawei/Agencia Uno