Discriminación LGBT en tiempos de Covid: una realidad que debe cambiar

26 Junio 2020

El prejuicio y la discriminación no desaparecen para las personas LGBT (Lesbianas, Gay, Bisexuales y Transgéneros) en la contingencia, y las instituciones olvidan los factores de vulnerabilidad a la hora de accionar las ayudas.

Miguel Angel Ma... >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

La actual crisis ha golpeado a la población en general y no sólo desde un ámbito sanitario, es bien sabido que se ha agudizado las brechas existentes en nuestro país, dando un golpe en lo laboral y económico. ¿Pero de qué forma afecta a los grupos que históricamente han quedado fuera de las políticas públicas? ¿Aquellas personas que han sido excluidas del mundo formal del trabajo? El prejuicio y la discriminación no desaparecen para las personas LGBT (Lesbianas, Gay, Bisexuales y Transgéneros) en la contingencia, y las instituciones olvidan los factores de vulnerabilidad a la hora de accionar las ayudas, por lo que el empobrecimiento se profundiza fuertemente en aquellos que están más alejados de la institucionalidad, más aún en quienes carecen de redes de apoyo.

A tres meses de declarado el estado de emergencia en el país, más el toque de queda como medidas sanitarias, las mujeres Trans que subsisten por medio del comercio sexual han sido las primeras en enfrentar el impacto, ya que se les ha arrebatado su principal ingreso para cubrir las necesidades básicas (alimentación y vivienda) quedando desprotegidas y en un escenario de hostilidad; una situación de calle latente; otras personas han tenido la posibilidad de reinventarse, pero cuando se es de un sector que ha sido relegado a la marginación esta opción se convierte en un privilegio.

Al momento de solicitar apoyo a los espacios institucionales el proceso burocrático no logra resolver la necesidad de tipo urgente, y sí se logra obtener este apoyo es un paliativo. Las estrategias que promueven el Registro social de hogares (RSH) tienden a ignorar el analfabetismo digital y/o la falta de redes; además de exigir una dirección domiciliaria siendo que las personas Trans de nuestro territorio se han visto en la obligación de dejar sus arriendos, manteniéndose de allegadas en casas de conocidos, convirtiéndose en una barrera más para acceder a una ayuda social, es como lo experimentan quienes se vinculan a la organización de mujeres Trans en Puerto Montt, una lucha constante llena de obstáculos para conseguir un apoyo mínimo, por lo que el enlentecimiento se transforma en una incertidumbre y un abandono percibido, sobre todo cuando se anuncian beneficios a la población vulnerable y te encuentras con la realidad que tu existencia es invisible para el aparataje institucional.

Si nos adentramos en la ley 21.120 que reconoce la identidad de género para quienes realizaron la tramitación administrativa, surgen nudos críticos donde las instituciones informadas por el Registro Civil no han realizado los cambios correspondientes, obligando a los sujetos a recorrer las instituciones para la actualización de datos, situando en escenario de exposición al covid-19, además de exigirles documentos irregulares para esta tramitación.

La estructura heterosexista instalada en la constitución señala a la familia como el núcleo fundamental de la sociedad, relega a otras conformaciones de familias que no correspondan al modelo heterosexual, es así como se convierte en un criterio excluyente estructural para parejas lésbicas y gays, asumiendo además que estas parejas pueden carecer de lazos filiativos, esto se replica en discursos como “los beneficios son para familias con hijos”, una forma de recalcar que la conformación familiar determinara la priorización.

El llamado a quedarnos en casa se ha convertido en una de las medidas de prevención más utilizada, pero esta medida no significa lo mismo cuando existen factores de violencia o represión, este espacio que debiera ser un lugar seguro para adolescentes LGBT puede significar convivir con sus agresores, un retroceso en sus procesos de aceptación de Orientación sexual y/o de identidad de género; los cuestionamientos constantes podrían establecer un retroceso o “una vuelta al clóset”, regresar a los hogares donde se es víctima constante de relativizaciones sobre tu identidad instalan una violencia psicológica en aquel espacio “protector” internalizando que “no existen lugares seguros cuando se es LGBT” normalizando estas vulneraciones en nuestras vidas.

Si bien existen voluntades dispuestas a gestionar acciones para aminorar los riesgos, los problemas estructurales quedan en evidencia, las variables de vulnerabilidad no han sido consideradas dentro de este proceso como un eje relevante para poder enfrentar la crisis, quedando fuera los grupos históricamente precarizados y marginados. La lentitud del sistema lleva a las organizaciones de sociedad civil a cumplir este rol protector, generando acciones que puedan resolver las necesidades más urgentes de los pares.