Ser ingeniera: Una carrera de obstáculos a través del lenguaje

25 Junio 2021
Las polémicas que rodean la utilización del lenguaje inclusivo centradas en el papel del lenguaje en la construcción de una realidad lejana todavía a la equidad de género me recuerdan mis propios dilemas internos.
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Igualdad de Género, Liderazgo, Emprendimiento, Empresa. Foto: Unsplash

Por Leticia Galleguillos Peralta, Ingeniera Civil Industrial, Ms. Gestión de la Ciencia y la Innovación,Académica del Departamento de Ingeniería Industrial, Universidad del Bío-Bío, Concepción, Chile.

Sucede que, más de una vez, me pregunté qué podría ser lo más adecuado a la hora de definir mi propio pie de firma llegando a defender que mi disciplina, la ingeniería, era una sola desde el punto de vista de la denominación. De esta forma, de manera más bien esporádica, me llegaba a interrogar acerca de si era conveniente firmar como ingeniero civil industrial antes que como ingeniera. Sin embargo, la lectura del libro “La mujer invisible: Descubre cómo los datos configuran un mundo hecho por y para los hombres” de Caroline Criado-Pérez me ha revelado muchas cosas. Entre ellas, que la experiencia no es indiferente a la forma cómo decidimos nombrarla. 

En mi cambio de percepción han jugado un rol sustantivo los recientes avances para abordar la igualdad de género en el ámbito de nuestras universidades, muchos de ellos motivados por el llamado “Mayo feminista” de 2018 y uno de cuyos efectos fue la creación, al interior de muchas instituciones de educación superior así como también en el Consejo de Rectores, de la implementación de unidades especiales que abordan la generación de políticas y procedimientos para reducir la discriminación de género. Como consecuencia, mi propia trayectoria me ha ido convenciendo de los problemas implícitos en aquella decisión lingüística que establece que lo masculino incluya también lo femenino. Antes bien, hacer la diferenciación de género contribuye a visibilizar aquellos aspectos en los que existen diferencias. 

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Un campo cuyos cambios merece la pena mirar de cerca es el relacionado con las Facultades de Ingeniería. En ellas, se ha asumido la temática con fuerte interés ya que se reconoce que existe una importante brecha en la participación de las mujeres. Este punto ha llevado a reflexionar sobre las causas y efectos de la disparidad existente dado a que, en el sistema de educación superior chileno, la participación de la matrícula femenina en carreras profesionales del área STEM no alcanza, al día de hoy, al  25%. Dicho porcentaje posiciona a Chile en las últimas ubicaciones en el contexto de la OCDE.

No se puede desconocer que, desde los orígenes de la profesión, al igual que sucede con muchas otras, ésta ha estado vinculada solamente al género masculino. Lo ha hecho como una extensión de las expectativas y roles que establece el orden de género dentro de la sociedad donde los hombres se asocian a lo productivo, racional y objetivo mientras las mujeres somos vinculadas con el mundo de lo reproductivo, lo emotivo y lo subjetivo. En este marco, les ha correspondido a las propias mujeres, identificando distintas fórmulas y sorteando caminos sinuosos, ir ganando terreno en los diferentes campos de la ingeniería partiendo por su ingreso en la educación.

Los procesos de reflexión sobre la disparidad de participación disciplinar han generado numerosos esfuerzos por estimular a que más mujeres ingresen a estudiar ingeniería en sus distintas especialidades. Para ello, se han diseñado distintas estrategias como lo son la vía de ingreso especial en cupos de primer año; la identificación de mujeres ingenieras que actúen como “modelos de rol”; la difusión en prensa de casos de éxito y el desarrollo de mentorías especializadas, entre otras. Los resultados van mostrando avances alentadores.  De todas formas, son aún insuficientes habida cuenta que será necesario esperar varios años para revertir, en parte, los porcentajes actuales que enfrentamos. No hay que olvidar que hay sectores de la ingeniería en los que la participación femenina no supera el 15%.

El aumento de la visibilidad femenina en la ingeniería parte por reconocer el aporte diario de aquellas ingenieras que, desde distintas disciplinas, contribuyen al mejoramiento de sus entornos, con miradas holísticas y centradas en las personas y que requieren ser puestas en valor de manera diferenciada.

Es por ello que me he propuesto predicar con el ejemplo comenzando a firmar, luego de tantos años de profesión, como la ingeniera que soy. Lo haré con una “a” final que es, al mismo tiempo, el principio de que asistimos a un nuevo tiempo de transformación.