Educación: El emperador desnudo

23 Noviembre 2020

En Chile se habla poco o derechamente no se habla de educación. No de aprendizaje, no de desarrollo de los niños, no de los fines de la escuela, no del cuidado de la infancia, no del futuro que queremos construir con ellos.

Rolf Hitschfeld >
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Ciertamente no ha sido el virus el que desnudó al emperador, pero sí ha sido como el niño que gritó «¡Pero si va desnudo!» en la fábula de Andersen. Luego de evidenciar lo evidente, han comenzado algunos comentarios en el pueblo y el emperador sólo ha atinado a continuar con el desfile. Así como con el emperador desnudo, ha ocurrido en educación escolar este año 2020.

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Cuando hablo de la desnudez del emperador, no estoy hablando de los esfuerzos de la educación remota, de los retornos, del Colegio de Profesores o del Ministro de Educación. Estoy hablando de la desigualdad, el bajo nivel de aprendizaje en Chile de colegios públicos, subvencionados y privados, la situación social de la gran mayoría de chilenos que afecta a la educación, la rigidez del sistema, la rigidez de las cabezas, la desesperanza aprendida, los propósitos mal entendidos de la escuela, el desinterés, el centralismo, la despreocupación por la infancia y la juventud, y hasta de un desdén hacia ellas.

Antes de empezar a apuntar con el dedo. Hay que preguntarse ¿Por qué llegamos a esto? Como la gran mayoría de los problemas relevantes no hay una sola causa, pero hay una que me parece fundamental. Al igual que en la fábula, tácitamente acordamos no hablarlo. En Chile se habla poco o derechamente no se habla de educación. No de aprendizaje, no de desarrollo de los niños, no de los fines de la escuela, no del cuidado de la infancia, no del futuro que queremos construir con ellos. Sí llevamos décadas hablando de economía de la educación y de logística escolar. Subvenciones, lucro, puntajes, correlaciones, SIMCE, personas jurídicas, horas no lectivas, bonos, reglamentos, leyes, horarios, fechas, prioritarios, superintendencias, PSU (ahora PDT), licitaciones, denuncias, rendiciones, sumarios, decretos y oficios.

De ninguna manera quiero decir que esas discusiones no importan. Solo quiero advertir, primero, sobre la dedicación mayoritaria a ellas y, segundo, sobre que en estricto rigor, no son el centro de la educación. Siempre es más fácil dedicar tiempo a discusiones políticamente relevantes sobre asuntos relativamente triviales, pero fáciles de entender, mientras dejamos de lado los asuntos que son mucho más importantes, pero a la vez más profundos y complejos.

Hay que vestir al emperador. Tal vez esa puede ser la lección más importante del 2020. La educación escolar debe dejar de ser en todo Chile un botín, un ring, una jaula, un colador, un instrumento, un páramo. Vistámosla para que sea de una vez lo que Gabriela Mistral llamó alguna vez La Más Alta de las Poesías. Conversemos y trabajemos.