Fútbol: De anestésico de masas a reconstructor del tejido social

10 Febrero 2021

Desde el origen, el fútbol se construyó desde los clubes, desde la organización, el barrio, los estudiantes, los socios y las personas.

Cristian Oyarzún >
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El fútbol, el deporte de la pelotita y los 22 tipos tras ella. Ese que logra la atención de millones, el considerado por muchos como el opio del pueblo, pan y circo al estilo romano. Solo vieron el fenómeno, no pensaron en su significado, hay algo más ahí.

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En la medida que crecía el fútbol como deporte en gran parte del siglo XX, los intelectuales de izquierda le fueron dando la espalda. Balones distractores de las clases populares, distanciador social, anestésico de masas, argüían. El fútbol explotó más tarde al tiempo que se implantaba el neoliberalismo. Cambió la sociedad, la cultura, cambió el fútbol también.

Desde el origen, el fútbol se construyó desde los clubes, desde la organización, el barrio, los estudiantes, los socios y las personas. Luego vino la representación, la identidad, los colores de la camiseta y ahí partió esa pasión irracional. Hasta ahí todo bien. Ocurrió que hace un buen tiempo ya, unos tipos con plata lo vieron como buen negocio. Y en vez de crearse un equipo propio decidieron pavimentar un camino de leyes que les permitiera hacerse dueños de los clubes ya existentes. Los socios, esos de las cuotas mensuales y las asambleas, pasaron a ser los nuevos clientes de las hoy célebres Sociedades Anónimas Deportivas Privadas. Historia simplificada por cierto.

El modelo de privatización e inversionistas se ha expandido en gran parte del mundo. Pero la estructura no es de hierro, hoy las SADP en Chile registran deudas incluso superiores a las de sus clubes predecesores antes de quebrar. Hasta el FC Barcelona ha anunciado una enorme crisis económica. Sí, en serio. El mismo club que vende millones de camisetas todos los años con la 10 de Messi. ¿Qué le queda al resto?

A partir de estos antecedentes, de hinchas y personas despojados de sus clubes y que han observado un deambular penoso de la mano del libre mercado, hoy emergen voces que buscan dar un sentido para recuperar esa esencia perdida. Una búsqueda de fórmulas que no hagan de la competencia y del triunfo el único elemento importante, una apuesta por una dimensión colectiva, vinculada con el entorno. Donde las personas, que aman a sus clubes, sus escudos y colores puedan ser actores y no solo observadores decorativos.

En la última década se han levantado organizaciones de hinchas de distintos clubes, promotores de una mirada contrahegemónica y que de una u otra manera cuestionan, presionan y ponen sobre la mesa temáticas que van más allá de la cancha y que son esencia de un club de origen social, de personas. Una vuelta de tuerca para volver al origen, desde la gente. La revuelta social en Chile y el proceso de nueva constitución y pandemia también ha significado una oportunidad para fortalecer a estas agrupaciones.

Hoy conocemos en distintos países ejemplos de clubes que han entendido el mensaje. Han vuelto a construir una administración que involucra a los socios, que implica una gestión profesional pero que logra concebir el deporte y el fútbol en función de reglas y valores diferentes de los que marcan sus manifestaciones modernas. Porque cuando jugamos lo hacemos en comunidad, conocemos a otros y esto opera como una potente arma para la organización, para el trabajo colaborativo y para entretejer nuevamente nuestra sociedad.

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