Un melancólico San Pedro del sur

03 Julio 2020

Cuentan los más antiguos que la celebración de San Pedro no siempre fue de tanta masividad en el sur. Igualmente como pescadores abrazaron la festividad, realizando grandes procesiones por mar y por tierra en todas las comunas de la región.

Álvaro Retamales >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

El lunes recién pasado fue un día más de San Pedro y San Pablo, el primer santo patrono de los pescadores y la gente del mar. Debido a la actual crisis sanitaria no es posible hacer la tradicional procesión marítima al santo y en tierra no se permiten aglomeraciones públicas. A pesar que el Covid no se ha notado tanto por estos lados aún, en Maullín hay catorce infectados, todos con síntomas leves, cero muertos. El hospital no cuenta con UCI, por lo que derivan a Puerto Montt en caso que sea necesario. Al día miércoles hay dos nuevos casos. Esperemos que la cosa no avance. 

La solución a la tradicional procesión fue realizar liturgias en las diferentes caletas, con un máximo 6 personas realizando una ofrenda al mar, en nombre de toda la comunidad. Cuentan los más antiguos que la celebración de San Pedro no siempre ha sido de tanta masividad en el sur. No es una festividad tan celebrada, porque es más bien reciente, (a diferencia de la Fiesta de la Virgen de Candelaria de Carelmapu, por ejemplo, que data del siglo XVII), ya que se trataría de una tradición revalorizada con la llegada de navegantes y pescadores provenientes del Concepción al norte, durante las distintas fiebres marinas del siglo XX: locos, algas, merluzas, etc. Igualmente como pescadores abrazaron la festividad, realizando grandes procesiones por mar y por tierra, en todas las comunas de la región. San Pedro estaba contento. En 2004 las festividades llegaron a reunir más de cincuenta embarcaciones. Se realizaban grandes fiestas populares, donde las autoridades políticas, eclesiásticas y uniformadas participaban fervientemente, y donde los pescadores tienen un sitial privilegiado, aprovechando con ello de festejar y festejarse devotamente.

Ahora ha estado malo el tiempo, y los buzos mariscadores no han podido salir al loco. Los algueros trabajaron apenas hasta marzo, hasta que se vino todo este cuento de la pandemia. En invierno siempre baja la actividad de los pescadores, buzos y algueros, ya que la ferocidad de los mares del sur los obliga a esperar el verano, donde se trabaja duro para tener sustento para el otro invierno. En invierno el pescador se repliega. Esto por un lado es beneficioso por la cuarentena y todo eso, pero lo negativo es que se ha resentido toda la economía en cuanto a las ventas. En verano uno se va a la almeja, va a los piures, al erizo. Pero es el loco el que por estos meses da el último recurso para pasar el invierno. No ha sido posible bucear para extraerlo, tampoco las ofertas comerciales han sido las mejores.

Los productos que obtienen los pescadores artesanales garantizan en gran medida las necesidades proteicas que la población requiere, constituyendo un elemento muy importante para la soberanía alimentaria y la seguridad alimentaria de nuestro pueblo. La producción de pescados y mariscos para el consumo humano directo es extremadamente beneficiosa para la salud de toda la población, para el fortalecimiento de nuestro sistema inmunológico. Debemos encontrar la forma de conectar de manera justa al productor con el consumidor final de este noble alimento.

Este fue un lunes distinto. El pescador de hombres está poniendo a prueba nuestra fe como humanidad y San Pedro añora sus festividades pasadas, donde los hombres y las mujeres de mar se agolpaban a las caletas, a rendirle culto marítimo y terrestre a la mar y a la primera piedra de la fe católica.

 

Imagen: Wikipedia