Osvaldo Güineo: uno de los últimos tejedores de nuestra riqueza textil Huilliche

05 Agosto 2020

A los 12 años quiso aprender cómo hacer una frazada chilota pero no hubo quien le enseñará. Así, a través de la observación y la acción, empezó a hilar su trayectoria como rescatista patrimonial

Catalina Billeke >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Cuando hablamos de algún artesano o artesana que representa ser uno de los últimos en poseer un conocimiento específico, la mente por lo general nos lleva hacia alguna especie de Rafiki, un maestro o maestra de gran trayectoria al que debemos agradecer su legado y plasmarlo con urgencia, por miedo a que este saber se extinga.

Osvaldo Güineo está lejos de ese pensamiento. Este artesano textil de la Isla Cailín del archipiélago de Chiloé, posee una sabiduría y alma vieja que se esconden tras un cuerpo joven. Cuando hablamos de él, nos referimos a un artista de 26 años que su actual oficio se lo debe a su curiosidad e inquietud de querer atesorar y resguardar el conocimiento en extinción sobre las técnicas del Kelgwo, telar típico Huilliche, que es muy distinto al Mapuche, el Witral.

Cuando hablamos de artesanía textil nos imaginamos a tejedoras, ya que en general en los pueblos originarios este arte ha estado más vinculado a la mujer. En cambio, Osvaldo siente orgullo de ser hombre, embajador y profesor de este oficio.

Cuando hablamos de Osvaldo Güineo, nos referimos a un adelantado y rupturista por donde se le mire. Cuando hablamos de los maestros y maestras de Osvaldo, primero fueron su capacidad de observación y perseverancia, que jugando al prueba y error logró descubrir la trama de la riqueza textil Huilliche. Después su conocimiento de autodidacta se enriqueció con las enseñanzas de la tejedora Moraima Barrientos, quien primero por desconfianza no quiso entregarle su saber, pero luego al ver el interés genuino de Osvaldo se abrió a la posibilidad de enseñarle con sus propias manos.

Cuando hablamos de la artesanía de Osvaldo, nos referimos a piezas que van al ritmo de los ciclos de la naturaleza. Él dice que trata de innovar con los colores, los cuales dependen de tintes naturales, como menta chilena, barro y maqui, que son fijados por los ciclos lunares, por ejemplo, para luna llena los colores se intensifican y brillan, en cambio en el periodo menguante son más opacos.

Cuando hablamos de la artesanía de Osvaldo, nos referimos a ponchos, frazadas y alfombras realizados en un tiempo largo de producción, desde trasquilar la oveja, escarmenar, hilar, lavar y teñir la lana, urdir y tejer.

Cuando hablamos de la artesanía de Osvaldo, nos encontramos con nuestro patrimonio cultural hecho a mano, desde una práctica ancestral hasta aquella frazada pesada que nos abrigó en la cotidianidad del invierno.

Como ciudadanos y consumidores también tenemos la misión de valorar y atesorar nuestra artesanía como patrimonio, desde el oficio en si mismo hasta el producto textil, mediante el pago que corresponde, su promoción y sentirse orgulloso de los elementos que nutren al territorio.

Hoy Osvaldo, te doy las gracias por querer resguardar y transferir esta cálida parte de nuestra identidad.