Opinión: "En la ética de lo salvaje"

01 Enero 2016

Todas las lideranzas de nuestra sociedad de una u otra manera están hackeadas en la actualidad y como nunca antes en la historia de Chile.

Andrés Gillmore... >
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Los 12 meses pasados de este 2015, nos han confirmado actitudes y hechos por parte de las lideranzas que en el pasado eran meras suposiciones, realidad que muchos sabíamos pero no existían las pruebas que las corroboran; esto en sí mismo es un hecho positivo e incuestionable, porque nos permite avanzar fundamentados en la verdad. indudablemente ha sido duro de aceptar desde el mundo ciudadano, entendiendo que estábamos siendo dirigidos por delincuentes de cuello y corbata. Difícil de entender y aún más complicado de perdonar, de cómo fue posible que un grupo de chilenos con poder de decisión, con reputación y educación, hayan tenido la capacidad de traicionar la confianza que se les había entregado de buena fe y que posteriormente con los hechos sobre la mesa, no hubiesen tenido ni siquiera la capacidad de reconocerlo.

Todas las lideranzas de nuestra sociedad de una u otra manera están hackeadas en la actualidad y como nunca antes en la historia de Chile; políticos, militares, iglesia, fútbol profesional, gobierno, empresas, empresarios, etc, han tenido un denominador común en su administración, la codicia como punto de partida y la falta de ética en el actuar, con el único objetivo de tomar lo que no les correspondía y hacer uso del poder para justificarse y enriquecerse y para permitir que intereses extranjeros se beneficiaran de nuestros recursos naturales, actuando totalmente con faltos de moral y sentido común, con un doble discurso terrorífico por decir a lo menos, bajo un marco regulatorio pensado, desarrollado e impuesto a exprofeso, para cometer irregularidades, sustentados en textos ambiguos legislativos, poco claros y con grandes vacíos estructurales, para permitir irregularidades y ampararse en la ley, con instituciones que no funcionaron como deberían. Lo acontecido solo sucedió por la codicia de los mayorales, que no cumplieron con los acuerdos con sus subordinados, lo que al final los puso en evidencia y eso en sí mismo es muy preocupante.

No sacamos nada con renovar las leyes, crear una nueva constitución; si las lideranzas estratégicas que toman las decisiones, continúan siendo ejercidas por los mismos de siempre y con ello no lograremos una renovación fecunda, que nos permita avanzar con determinación hacia un futuro que de por sí es incierto y predispuesto por los mismos que en la actualidad quieren volver por un supuesto reseteado ocupacional y pretender ocupar los mismos cargos de lideranzas.

Lo que más preocupa por lo menos desde mi visión ciudadana, es que a pesar de todas las irregularidades que han salido a la luz pública en el último tiempo, lo evidenciado es sólo una mínima parte de lo que realmente es y todo indicaría que como siempre los poderes fácticos saldrían airosos, logrando que los profundos pormenores de los verdaderos culpables y las raíces del problema, no serán develados como debe de ser.

La relación entre ética y política siempre ha sido tensa y peligrosa para la democracia, para eso existe la democracia precisamente, para controlar esta relación y evaluarla constantemente, de no ser así, como nos ocurre en la actualidad, nos introducirá en un profundo relativismo moral, coexistiendo en un plano de igualdad de las concepciones ideológicas del hacer, que bajo ningún concepto pueden sustentar la política democrática, sobre todo cuando el poder actúa sin ética y penetra la dimensión estructural a la hora de decidir cuestiones de desarrollo estructural, creando una distorsión peligrosa, transformando el discurso público en una forma de uso de simple retórica y además, generando una intolerancia transversal entre la ética y el proceso político, sin un modo único de resolución y eso a fin de cuentas es perjudicial y peligroso en cualquier democracia.

Las democracias desarrolladas luchan constantemente por implementar una lógica objetiva en la decisión estructural que sea única y propia, partiendo por el reconocimiento de la ambivalencia de la relación entre ética y política, defendiéndose de las distorsiones que plantea el riesgo de deslegitimar los espacios de libertad y que esta realidad a la postre justifiquen el doble estándar ético y moral en la sociedad.

Ética y Moral en la cultura occidental es una relación muy compleja y siempre  sujetas a las posibles distorsiones de los intereses creados; lo que denomine “en lo salvaje”; pasando a significar intereses distintos, sin distinciones propias y sumergidos en la vorágine salvaje de la ley sin ética. La moral sustancialmente se relaciona con el nivel práctico de la acción estratégica y la ética en el nivel teórico de la reflexión estratégica. Entendiendose que moralidad es el conjunto de principios, criterios, formas, normas y valores, que dirigen el comportamiento humano en sociedad.

La moral nos hace actuar de una determinada manera y en determinadas situaciones, como una brújula en términos conceptuales en las diferentes decisiones, guiándonos hacia una determinada dirección. Ética es la reflexión moral con el objetivo a discutir y fundamentar reflexivamente los principios que constituyen la moral de la actuación social. Si no enmarcamos el fundamento ético y moral de las acciones en el futuro inmediato, al desarrollo social, cultural, político y medioambiental en las próximas décadas en nuestro querido y amado Chile, estaremos sujetos a los excesos naturales de los vaivenes de las decisiones de lideranzas, que representan un riesgo que no debemos correr bajo ninguna circunstancia.