El gran espejo

17 Julio 2011

Política, historia, sociedad... El siguiente paso es el mismo que acomete una persona que está disconforme con su aspecto al verse en el espejo: Hacer lo necesario por mejorar la imagen hasta alcanzar la conformidad.

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Hablando con mi hijo que está de vacaciones de invierno sobre los distintos períodos de la historia, llegamos a la conclusión de que, tras la era contemporánea, nos encontraríamos en la era digital, ya que la posibilidad de que todas las personas del planeta puedan comunicarse entre sí sin intermediarios es algo tan significativo en la evolución de la especie humana que puede ser comparado con la invención de la escritura, el fin del imperio romano, el descubrimiento de América o la bomba nuclear.


Dándole vueltas al asunto, comprobamos que este nuevo paradigma se distingue por el hecho de que ya no somos masa, como fue durante el período caracterizado de los medios de comunicación masivos, y que estamos volviendo a ser personas, individuales, reconocibles, distintas entre nosotros pero igualmente valiosas en el ejercicio y el respeto que se debe a nuestros derechos.


El monopolio de la comunicación ha quedado así en entredicho y ya no dependemos de lo que las agencias noticiosas del mundo desarrollado quieran que sepamos de lo que ocurre con nuestras naciones vecinas; el norte y el sur se confunden y hasta el más poderoso de los líderes mundiales puede ser expuesto en sus debilidades por el más modesto ciudadano.


Esto es, entonces, un nuevo mundo, un mundo en el que, desde la mirada de los esquemas tradicionales de la teoría de la comunicación, todos somos emisores de mensajes y competimos de igual a igual con los grandes conglomerados periodísticos.  Todos podemos ejercer con mayor o menor libertad nuestro derecho a la opinión y a la información, y eso es tan revolucionario como la toma de la Bastilla.


Pero también esto nos obliga a una mayor cuota de responsabilidad en el cumplimiento de nuestras prerrogativas como ciudadanos y nos impone la obligación de mirar esta nueva realidad en la que el paisaje está constituido por nosotros mismos.  Algunos actuarán con egolatría, tratando de mostrarse más inteligentes y asertivos de lo que son en realidad; otros intentarán erigirse como líderes de opinión; y habrá quienes se resistan a sumarse a los cambios, pero entre lo que hagamos todos estamos conformando un gran espejo en el que se puede observar el conjunto del ser humano, porque además de emitir mensajes los recibimos, como si fuéramos miles de antenas agrupadas en un solo y enorme espejo en el que cada pixel –ya que estamos en la era digital, ese es el término correcto- representa a cada individuo y la imagen complete corresponde a la Humanidad.   El siguiente paso es el mismo que acomete una persona que está disconforme con su aspecto al verse en el espejo: Hacer lo necesario por mejorar la imagen hasta alcanzar la conformidad. 


   Publicado originalmente en Sitio Cero 


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