Buenas conversaciones, buenos futuros
Por Engel Gaete G.
Fonoaudióloga
Docente Escuela de Fonoaudiología
UST Puerto Montt
Jugar es una actividad innata y propia de la infancia, es la actividad principal en la vida de los niños y en la que utilizan la mayor parte de su tiempo. El juego es la forma natural en la que interactúan con el mundo, se conectan con los demás, aprenden y se desarrollan.
Los niños al jugar no buscan objetivos claros sino que el disfrutar es su principal finalidad. Los resultados o aprendizajes que se desencadenen en consecuencia son simplemente añadidos para ellos, aunque fundamentales en su desarrollo general. El acercamiento del adulto con el niño debería ser entonces a través del juego. Antes de hablar de cómo hacerlo debemos conocer algunas premisas para entender su importancia y seriedad.
Constantemente el niño obtiene información a través de los sentidos, aprende a conocer el mundo que le rodea a partir de su propia acción, jugando, es por ello que agotará todas las posibilidades exploratorias a su alrededor. Su motivación y la gran energía que posee nos hará darnos cuenta que “son imparables”, incluso a veces nos costará entender como no se cansan de jugar, pero debemos comprender que ellos lo disfrutan y les permite descubrir, ejercitar, ensayar, solucionar problemas y aprender entre tantos otros beneficiosas.
Como se puede deducir, el juego es entonces el motor del desarrollo de los años de infancia, es fundamental y se relacionará con todos los ámbitos de la vida de un niño, social, cognitivo, efectivo-emocional y psicomotriz, potenciando cada uno de estos aspectos mientras se lleva a cabo.
El desarrollo del lenguaje no queda ajeno de esta influencia. La adquisición y desarrollo del lenguaje se realiza a partir de su función comunicativa y social, al jugar el niño se relaciona e interactúa con los demás, al hacerlo se nutre de lo que lingüísticamente los otros le puedan entregar, además se ve obligado a utilizar y poner en práctica su propio lenguaje para comunicarse y expresar sus ideas, incrementando y mejorando entonces su capacidad lingüística. Además al jugar se permite el ensayo error por lo que el niño podrá ejercitar y modificar conductas, por otro lado también desarrollará aptitudes comunicativas verbales y no verbales (gestos, movimientos corporales, entonación). Se puede afirmar, sin temor a equivocación, que todos los juegos dependen en mayor o menor medida del uso del lenguaje. Las situaciones de juego son las primeras oportunidades que tiene el niño para comprender que con las palabras se hacen cosas y se realizan acciones, los juegos son entonces situaciones de enseñanza informal en las que los niños aprenden y usan un lenguaje cada vez más complejo y preciso.
Algunas indicaciones generales para jugar: déjese guiar por el niño, espérelo si es necesario, siga su ritmo, dele espacio, respete sus elecciones y preferencias; no transformar el juego en una tarea, obsérvelo, apóyelo. Cuando juegue dedíquele tiempo al juego no esté pendiente de otras cosas, disfrute del placer de estar juntos a él o ella, verán que agradable actividad.
Los beneficios de jugar con un niño son variados, entre ellos destacan el crear lazos afectivos, vivenciar una interacción mutua satisfactoria, hacer que el niño se sienta feliz por el hecho de que estamos jugando con él, sintiéndose atendido, protegido, querido, feliz. Tanto los niños como los adultos hacen descubrimientos en el juego y se conocen mutuamente. Con el juego se educan valores, se previenen conductas erróneas y se muestran patrones adecuados de conductas.
Si recordamos momentos bonitos de nuestra infancia seguramente nos remontaremos a hechos sencillos y relacionados a juegos. Organizar juegos y actividades que incluyan a los niños dará como resultado momentos enriquecedores que conseguirán fomentar una atmosfera de preocupación y amor, un momento mágico que incuso en ocasiones jamás se borrará de la memoria. Papitos, educadores y terapeutas no menospreciemos esta gran herramienta, la invitación es a jugar y disfrutar.
