Columna de opinión: "Política Nescafe"

30 Abril 2011

Los quijotes por rating están condenados, por definición, a mojarle el vestido a su sector. De ahí que las palabras de Pablo Longueira, no las del relato, las de llamar al orden, resulten urgentes para éste el último año de presidencia de Sebastián Piñera.

Matias Carrozzi >
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Ya en bazofias anteriores los he aburrido con la política nescafé, esa que con instantánea flojera confía la planificación de sus agendas a los medios de comunicación masivos, meneando simpatías, discursos e incluso doctrinas al ritmo del “más leído” que una noticia (da lo mismo cual) deslumbre durante el día.

Pretendo volver a la carga con el concepto y (peor) afirmar con tristeza que aquello que hace unos meses supuse era una anomalía acotada, pasajera e inofensiva (quizás consecuencia del caos del 2010), finalmente terminó revelándose como una conducta arraigada y alentada entre dirigentes políticos de arriba y de abajo, de edad y mocosos. Esta es, discutir exclusivamente lo que repercutió primero en los medios y fue suficientemente “tuiteado”, obvio, a fin de no meter las patas y provocar rechazo en la gallada.

Si hasta hace poco fueron Gabriel Valdés Subercaseaux, Rafael Gumucio Vergara o Mario Palestro Rojas quienes inspiraban un modelo decente a seguir, hoy son Claudio Orrego Larraín, Gustavo Hasbún Selume y Fulvio Rossi Ciocca quienes causan admiración entre sus pares, incluso los más viejotes, que deberían poner la cordura y disciplina (aunque sea a consecuencia de su reducida movilidad), sucumben asustados ante la sustracción de imagen que temen el modelo nescafé les produce.

No es que los niños mencionados sean perversos o discrecionalmente mal intencionados, no, sólo creo que se compraron el ungüento de consultores baratos que les juraron de guata que a mayor cantidad de apariciones más simpatizantes.

El riesgo de abrir la boca sólo cuando se tiene la certeza de que el 99,9% de los consumid… perdón, ciudadanos glorificará tu cuña, además de perder credibilidad, autoridad, respeto, entre otras 592 sutilezas, es que tanto para un bloque opositor como oficialista es imposible hacer calzar los intereses del colectivo que representas con los pataleos de la población general. ¿Más simple?... NO PUEDES ESTAR EN TODAS, ¿cachai?.

Los quijotes por rating están condenados, por definición, a mojarle el vestido a su sector. De ahí que las palabras de Pablo Longueira, no las del relato, las de llamar al orden, resulten urgentes para éste el último año legislativo de la presidencia de Sebastián Piñera. Asimismo, para la oposición es inaplazable ordenar la casa en su último año de obstáculo. ¿Será necesario explicar el porqué?... ciertamente no.

Dos ejemplos por el que no es sensato mirar a huevo el fenómeno:

1- Ricardo Lagos Escobar, tipo con 14 dedos de frente,  pisó hasta con el talón el palito farandulero que rodeó la renuncia de la Ministro de Vivienda y, obvio, se unió a los miles de pedidos de canonización inmediata de la Magdalena Matte.

2- Del Presidente para abajo se compraron la entelequia del relato. Disparándose en las ojotas (por enésima vez) se obligaron a “mostrar” el 21 de mayo un cambio respecto del diseño original para que la chusma no tenga la tentación de comparar y acumular más expectativas en la billetera.

El orden, la disciplina, la coherencia, el diseño, en fin, todos aquellos aspectos que garantizan la sobrevivencia de un sistema político confiable, no deben ser vistos como un retroceso o, como les gusta llamar a algunos, enclave autoritarios. Por el contrario. Deben darse cuenta que Chile es un país con personas de carne y hueso, no un laboratorio lleno de ratones.

No tengo una bolita de cristal como otros, pero el día que los ciudadanos cachen que es sólo a través del voto y no las cartas, tuiteos y correos electrónicos la manera de castigar y premiar a un sector o individuo, ese día, recordarán esta mugre de columna y dirán, recórcholis, Carrozzito tenía razón.

Ojalá no lleguemos a eso, claro.