El Covid-19 y la imagen-ciudad: ya nada será igual

04 Junio 2020

Enfrentamos tiempos en que las reglas del distanciamiento social y la sanitización continua de los espacios públicos y de las personas cobran más relevancia que una oferta de jolgorio y festejo masivo. El temor al contagio y las vacaciones no son una buena pareja.

Manuel Gallardo >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Por años, no han sido pocas las ciudades de la Región de Los Lagos las que -siguiendo ejemplos del mundo entero- han dedicado denodados esfuerzos por construir una “imagen- ciudad” que les permita competir por un espacio en la mente y en el corazón de las personas. Detrás de este esfuerzo hay, por cierto, una legítima intención de dinamizar las economías locales a través de la industria del turismo, concitando la atención de agencias, inversores y potenciales visitantes, sean chilenos o extranjeros.

Municipios, cámaras de comercio, empresas de transporte y hasta entidades de gobierno y universidades se han sumado en algún momento a esta idea de convertir las ciudades en marcas asociadas a determinados atributos que las hagan competitivas ante sus vecinas.  Y como los recursos siempre son limitados, la apuesta -salvo honrosas excepciones- se ha concentrado en las actividades de verano. (Romper la estacionalidad ha sido siempre un desafío mucho mayor).

El caso es que, hasta ahora, con luces y sombras, todo había marchado con relativa normalidad. Cada temporada estival conocíamos un extenso programa de actividades en nuestras comunas, marcados por festivales gratuitos, fiestas costumbristas, muestras culturales, exposiciones, conciertos, asados, curantos y kuchenes más grandes del mundo, y un largo etcétera de actividades. Mientras más multitudinarias, mejor. Con entusiasmo, aplaudíamos la llegada de turistas, fuera en cruceros, buses, aviones o automóviles particulares. Mientras más masiva, mejor.

Hasta que llegó el Covid-19, cuyos primeros casos en Puerto Montt fueron constatados, precisamente, a bordo de un crucero. Así, todo lo que hasta apenas unos meses atrás era éxito seguro, hoy queda en un severo cuestionamiento.

Enfrentamos tiempos en que las reglas del distanciamiento social y la sanitización continua de los espacios públicos y de las personas cobran más relevancia que una oferta de jolgorio y festejo masivo. El temor al contagio y las vacaciones no son una buena pareja.

A lo ancho del mundo las aerolíneas están diseñando nuevos mecanismos de viaje para garantizar seguridad sanitaria a sus viajeros -aun a costa de pasajes más caros- mientras la principal feria de negocios de cruceros del mundo, la Seatrade Cruise Shipping de Miami, reprogramó su encuentro anual -tradicionalmente celebrado en marzo de cada año- para septiembre próximo. De seguro allí se generarán importantes cambios para el sector y probablemente no tan buenas noticias para los destinos del sur del mundo.

Así las cosas, no es exagerado intuir que, al menos para el verano que viene, un hotel con estrictas normas de higiene será más valorado que otro que ofrezca fiestas de espuma. Una piscina bien clorada constituirá un atributo valioso, mucho más que un lago o un río. De hecho, según un informe de Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España publicado por BBC, “estudios centrados en otros coronavirus, con características similares al SARS-CoV-2, han demostrado que los virus siguen siendo temporalmente infecciosos en ambientes naturales de agua dulce”. Y eso sin considerar siquiera la contaminación de nuestro lago ícono, el Llanquihue.

De cualquier modo, ya no será posible entender la noción de imagen-ciudad de la manera en que la comprendimos hasta ahora.  Y parece necesario comenzar a pensar desde ya la estrategia con que tal desafío debe ser abordado.

La belleza natural no basta sin servicios de calidad. Eso lo sabemos. hoy, la nueva realidad -no diremos normalidad- eleva todavía más la exigencia en este ámbito. Nuevos atributos diferenciadores de nuestra marca-ciudad; nuevos estándares de calidad y seguridad en los servicios, sea transporte, información, alojamiento o gastronomía; y nuevos mensajes -que generen confianza y certezas- serán imprescindibles para enfrentar un escenario nunca antes visto.

Muchas personas viven del turismo y actividades afines en la Región de Los Lagos. Por ellos y por todos, sin descuidar la urgencia, parece recomendable también dedicar algunos esfuerzos a reconfigurar el modo en el que el turismo seguirá desarrollándose de modo que la imagen de marca de nuestras ciudades sea capaz de superar la crisis.