Empleo tipo salmón

16 Agosto 2010
Si lo que hoy se vende como la promesa de desarrollo económico para Magallanes va a ser la continuación de la triste historia con triste final de Chiloé, llamo a luchar por evitarla.
Alejandra Manci... >
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Leo con sorpresa en los diarios locales que se anuncia para Magallanes el alba de una nueva industria; una industria que promete generar sólo en su primer año de producción tres mil nuevos empleos, lo que bajaría a la mitad la tasa de desocupación regional (hoy de un seis por ciento) y se convertiría en uno de los polos más importantes del desarrollo económico.



Se trata de entregar 600 concesiones para instalar jaulas salmoneras, desperdigadas por los bordes costeros de Magallanes, Última Esperanza y Tierra del Fuego. Precarias instalaciones flotantes en medio de fiordos y paisajes agrestes; en lugares recónditos hasta ahora, pero que pronto dejarían de serlo.



Dice el subsecretario de pesca, Pablo Galilea, que la expansión salmonicultora a nuestra región es “una imperante necesidad”. Y yo me pregunto a qué se refiere. ¿Imperante necesidad porque sin nuestra participación peligra el ranking de Chile como top exportador de este pescado a nivel mundial? ¿Imperante necesidad porque, tras la hecatombe del virus ISA en la X región, a las empresas salmoneras no les quedó otra que mirar hacia el austro? ¿Imperante necesidad porque hay que generar empleos como sea, sin importar su calidad?



Referirse a la estela de problemas ambientales y sanitarios que dejó esta industria en Chiloé ocuparía la edición completa de este diario. Entre los más serios: pérdida de biodiversidad tanto por el escape masivo de estos depredadores marinos como por la matanza de lobos y aves, contaminación de aguas y playas, uso excesivo de antibióticos, competencia por los recursos pesqueros silvestres para dárselos como alimento a los voraces salmones.



Pequemos de confiados, sin embargo, y asumamos que estos errores no volverán a repetirse, porque las autoridades habrán aprendido y esta vez sí habrá fiscalizadores que defiendan el patrimonio de los ciudadanos y no de las empresas; y multas que duelan y no den risa o a lo más, cosquillas.



Centrémonos en el tipo de empleos que se espera generar. Para los que padecen de memoria de corto plazo, recuérdese que, en la edad de oro del salmón chilote, la mitad de los cerca de 50 mil trabajadores estaban subcontratados y el 80 por ciento recibía el salario mínimo. Las mujeres conformaban la mayoría del cuerpo laboral, dedicadas al faenamiento. Las LER (lesiones por esfuerzo repetitivo) se pusieron tan de moda como la artritis, por las bajas temperaturas a las que se veían obligadas a trabajar. Sólo entre 2005 y 2006, se supo que 50 personas perdieron la vida en faenas relacionadas con la industria. Mientras, ésta facturaba tres mil millones de dólares anuales. Demás está decir que las oficinas de las principales empresas no quedaban en Chonchi ni Mechuque.



Si lo que hoy se vende como la promesa de desarrollo económico para Magallanes va a ser la continuación de la triste historia con triste final de Chiloé, llamo a luchar por evitarla. A quien le queden dudas, que se comunique con algunos de los 20 mil cesantes que dejó la industria en su paso por la X región, y que oiga de la fuente misma lo que son los empleos tipo salmón.
Foto: Simenon en Flickr