La Felicidad según mi madre

07 Marzo 2008
Suele atribuirse a la vida urbana el establecimiento de una infelicidad crónica, surgida de un modo de organización social pauteado que tiende a la estandarización de las conductas. Esta nota abre la posibilidad de hacer una interpretación alternativa
Clemente Riedemann >
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Llamo por teléfono a mi madre que tiene 85 años y que pasa el invierno en cama aquejada de una enfermedad a los huesos. ¿Qué ha sido para ti la felicidad? –le pregunto derechamente. Y ella, sin dudarlo, me contesta de la misma manera: “Yo soy feliz”.
Con esa respuesta, como es lógico, mi alma se inunda de felicidad y con ese ánimo voy por más: ¿Y qué crees tú que te ha hecho una persona feliz? Por un momento dudo en si podrá sortear la complejidad de la pregunta. Pero ella vuelve a sorprenderme: “Lo que he vivido, hijo” – me dice - “Incluso con los momentos amargos que he debido enfrentar.”
Mi madre debió salir joven de su casa en los campos de La Unión para irse a trabajar a la ciudad, después de haber ayudado a criar a sus hermanos menores. Fue enfermera en la Clínica Alemana de Valdivia y conoció muy de cerca el sufrimiento de la enfermedad y de la muerte. Pero luego se especializó en maternidad y ayudó a muchas mujeres en el trance de dar a luz y recibió en sus manos a sus recién nacidos : ”Eran momentos de intensa felicidad” – me cuenta- “Los médicos y nosotros sentíamos la alegría de ver como la vida seguía adelante”.
En ese mismo lugar mi madre conoció al que sería su esposo. Ella dice que vivió uno de sus momentos de mayor amargura cuando un cura católico no quiso casarlos porque mi padre era luterano. Hubieron de trasladarse a otra ciudad en busca de un clérigo educado en una fé más ecuménica. Era 1950 y entonces no se podía prescindir de la bendición del cielo para dar inicio al proyecto matrimonial.
Una década después ella y su familia sobrevivieron al feroz terremoto y maremoto que asoló al sur de Chile. Y en 1973 hizo frente a la detención y tortura de su marido y de uno de sus hijos. “Si –insiste- Pese a todo me siento una mujer feliz”.
Me atrevo aún a preguntarle si acaso piensa que los valores transmitidos por sus padres han sido importantes para forjar en ella esa actitud positiva frente a la vida y que la he ha permitido sobrepasar las situaciones adversas. “Así es, hijo” –señala con orgullo- “Mis padres eran personas severas y a veces difíciles de abordar, pero me dieron a entender que la vida es una lucha, que hay que dar siempre lo mejor de uno para lograr un propósito o realizar un sueño personal o colectivo. Pero también me enseñaron que la felicidad de uno se completa con la felicidad de otros. Hoy día mi felicidad son mis hijos y mis nietos.”
La felicidad como estado íntimo del espíritu
Parece ser que la felicidad no se origina en una contingencia de vida satisfactoria, sino en una predisposición positiva del ánimo para enfrentar las situaciones de la vida, independientemente de los resultados de éstas en relación con nuestras expectativas. El hecho que mi madre asuma que la superación de la adversidad es en si un motivo de felicidad, nos remite a la posibilidad de aceptar que la felicidad es más una predisposición que una resultante.
Hay una educación para la felicidad
Por otra parte, al reconocer que los valores heredados de sus padres (podríamos agregar la escuela, los amigos, la cultura) resultaron determinantes en la asunción de mi madre como una persona feliz, me lleva a la interesante conclusión que la felicidad no es un don, un azar, un regalo de los dioses o del ADN, sino que hay una educación para la felicidad y que ella tiene que ver con el entorno relacional, la comunicación humana.
La felicidad es saber adaptarse a los cambios inevitables
También pregunté a mi madre si pensaba que la felicidad tenía que ver con la capacidad de adaptarse a los cambios de los tiempos (cambios económicos, tecnológicos, culturales). Me respondió que sí; y empleó para ello la expresión “Hay que saber tomarle el pulso a la vida”, lo que bien podría entenderse como “es necesario leer correctamente los significados de los cambios y readecuar los sistemas operativos de la existencia en función de la nuevas realidades”.
La auténtica felicidad sólo es posible y útil en el aquí y en el ahora
Estar “a tono con el universo” parece ser, pues, una característica que nos ayuda a reconocer el “estado de felicidad”. Ello tiene mucha lógica, pues una causa segura de resentimiento es la nostalgia por una situación anterior que ya no podrá reeditarse o una visión idealista (fantástica) de la realidad que aún no puede ser materializada. Me parece increíble que una persona como mi madre, que tiene 85 años, haga una comprensión del aquí y del ahora con tanta naturalidad. Y seguramente por eso es feliz. Como lo fue Rimbaud al escribir “Es necesario ser absolutamente moderno y defender el terreno ganado”. Que es lo mismo que quiere decir mi madre: “Soy feliz porque tuve la oportunidad de vivir” (sin despreciar ninguna de mis experiencias del pasado; sin echar de menos nada de lo que no he vivido).
Hay que florecer allí donde Dios no ha puesto
Por último pregunto a mi madre : ¿Crees tú que la gente que vive en el campo tiene más posibilidades de ser feliz que aquella que habita en las ciudades? Ahora ya no me sorprendió oírle decir: “Cuando me fui de la casa de mis papás en el campo, iba con el temor de enfrentar mi vida en la ciudad porque no la conocía. Pero una vez que me hice de un grupo de amigas entre las demás enfermeras, volví a tener confianza y ya no eché de menos nada de mi vida anterior y sólo quería seguir adelante descubriendo otras cosas en ese mundo nuevo que no imaginaba”.
Mi madre carraspea un poco al final de cada frase y me doy cuenta que el interrogatorio le ha hecho recordar a personas que fueron importantes en su juventud y que quizás ya no volverá a ver más. “Uno debe tratar de estar bien donde sea que se encuentre, hijo” –acota- mientras pienso que acaso esta conversación hubiese sido mejor teniéndola a ella directamente frente a mi, porque me habría gustado abrazarla. Pero luego prefiero valorar la importancia del teléfono que nos permite tener un contacto significativo a través de la palabra. La palabra pura, sostenida en si misma, capaz de dar cuenta de la riqueza que hay en su alma.
Recordé que cuando fui a ver la casa que arrendaría para vivir con mi familia en Puerto Varas en 1982, tenía muy presente que debería ser un lugar donde nosotros nos sintiéramos bien, pero que también debería dar cobijo a nuestros amigos. El azar quiso que la casa –en realidad una gran casona alemana- estuviese ubicada en una colina que mira al lago Llanquihue y a los volcanes que se levantan en la ribera de enfrente. Pero eso fue un regalo adicional, porque entonces ya entendía que la felicidad radica en la calidad de las relaciones humanas que puedan crearse y sostenerse en el tiempo, y que son ellas el verdadero sustento de la contingencia cotidiana y de nuestros sueños.
La felicidad reside en los soportes básicos de la existencia
Madre, qué quieres que te diga –le digo- ha sido una conversación maravillosa. “Hijo –me responde ella- no importa tanto lo que hemos conversado, sino que me llamaras, pues así he podido saber algo de ti.”

Comentarios

Imagen de Fabiola Barrientos

Gracias Clemente, me hacía

Gracias Clemente, me hacía falta leer algo así. Que sabio que eres. Y tu madre igual.

Imagen de Victoria Ascencio

he quedado luego de leer su

he quedado luego de leer su articulo con el corazon sintiendo un poco diferente.

de pronto se vino toda mi historia familiar a la memoria y al corazon , y concluyo que las madres son unas artesanas del amor, el arte de amar lo llevan como sinonimo de vida integra cada dia, cada momento , una madre siempre estara ahi , con su amor incondicional, a veces no entendiendo nuetras palabras atropelladas y confusas, pero tratando de sentir , pues ahi es cuendo nos entiendes , segun nuetro sentir, que hermoso.

gracias a esa mujer he aprendido a no derrotarme , a que las cosas pasan por algo y que ay que aprender de las caidas, aunque esta palabras suene tan corrientes y estereotipadas , llevarlas a la practica si que es mas que saberlas de memoria , primero se necesita de un ejemplo y luego de la fe del humano en poder amar y en no deseperarse por ser amado.

buen articulo

Imagen de CYNTHIA CONTRERAS

Que grato es tener la

Que grato es tener la oportunidad de leer este tipo de articulos, y no volcarse a recordar a tus padres y lo bueno que has aprendido de ellos, cuando en aquellas noches de lluvia o de sobremesa despues de un almuerzo familiar, contaban sus anecdotas de como se conocieron o de como sobrellevaron los problemas,,,

que lindo que manera de tener sentido la vida simplemente con ser feliz...

yo tambien soy feliz!

mis saludos cordiales a l Sr Riderman

excelente articulo como el de la lluvia.

cynthia

Imagen de Verónica Pérez.

Gran artículo, al avanzar

Gran artículo, al avanzar en la lectura es imposible no poder traer a la memoria las historias de los padres y abuelos. Pienso que la forma de ver la vida de tu madre se asemeja mucho a la de un ser querido, luego de llevar a cuestas noventa años de vida, marcada con historias muy similares a la de tu madre, aun es posible verla con una sonrisa en el rostro entregándonos lecciones de vida y felicidad.

Gracias por hacerme recordar es este instante que soy una persona feliz- y que tengo la predisposición de serlo- ya que a pesar que tenga la certeza de ello, muchas veces la maquina apresurada de cada día nos hace olvidar ese detalle importante por algunos momentos.

?felicidad de uno se completa con la felicidad de otros?

?felicidad es más una predisposición que una resultante?

Felicidades.

Imagen de Miguel

Palabras muy ciertas, me

Palabras muy ciertas, me hizo pensar muchas cosas...felicidades por el articulo...